Entonces Jesús le dijo: Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en mí vivirá, aunque muera.
Esta afirmación de Jesús es muy clara y libertadora, mucho más cuando consideramos el contexto en el que la emitió.
Jesús no hizo esta declaración en un momento de tranquilidad, sino en una situación de tristeza y de luto debido a la muerte de Lázaro.
Además de confortar a Marta, Jesús reveló su autoridad y su papel en el plan de salvación: «el que cree en mí vivirá, aunque muera». Todo aquel que cree en Cristo, aunque muera, vivirá eternamente. De esta forma, Jesús presentó algo aun más eficaz que la resurrección física: ¡la vida eterna!
Sí, Jesús realizó un gran milagro cuando resucitó a Lázaro y ofreció a todos la salvación eterna a través de su nombre. Todo aquel que cree en su Palabra, aunque se encuentre en una situación de muerte, obtendrá la vida. ¡Y es vida a la que no podrá detener ni siquiera la muerte!
¡Cree en esta palabra, proclama a Cristo y salva vidas eternamente!
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Para orar:
Señor, quiero agradecerte por la salvación. Aunque parezca el fin, tú tienes la palabra que trae vida eterna. ¡Tu Palabra resucita, libera y salva! Muchas gracias por tu sacrificio. Amén.
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