Muchas veces nos levantamos con prisas, tomamos un café corriendo y nos arreglamos para enfrentar un día más de batalla. Cuando por fin nos paramos a pensar, ya vamos camino al trabajo. Pero existe una forma más saludable de comenzar el día: ¡orando!
Cuando oramos organizamos nuestra mente. Podemos compartir nuestras expectativas y objetivos del día con Dios. Así recibimos ánimo al despertarnos y nos será más fácil enfrentar el día con fe y determinación. El Señor oye nuestra oración. Él es fiel y nos quiere bendecir, guiarnos y marcar una diferencia en nuestros días.
Crea el hábito de orar tan pronto te levantas. No tiene que ser algo largo sino un momento sincero con Dios donde puedas darle gracias por poder abrir los ojos y comenzar un nuevo día.
¡Buenos día, Papá!
Haz una oración al levantarte agradeciendo a Dios por el comienzo del nuevo día y pidiendo su dirección y orientación para aquellas cosas que ocupan tu corazón.
De la misma forma en que comienzas a orar por la mañana, acostúmbrate a orar al acostarte para dar gracias a Dios por lo que aconteció durante el día y por la dicha de tener un lugar donde descansar.
Este ciclo de oración te traerá más intimidad con Dios. Si estás casado o tienes hijos puedes involucrar a tu familia en este hábito espiritualmente saludable.
Para orar:
Padre, gracias por este nuevo día. Gracias porque me concedes abrigo, salud y atención. Guíame durante mis quehaceres y guárdame con seguridad. En el nombre de Jesús, amén.
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