Dichos de Salomón
El hijo sabio acepta la corrección del padre; el insolente no hace caso de reprensiones. Cada uno recoge el fruto de lo que dice, pero los traidores tienen hambre de violencia. Cuidar las palabras es cuidarse uno mismo; el que habla mucho se arruina solo.
El perezoso desea y no consigue; el que trabaja, prospera. El hombre justo odia la mentira; el malvado es motivo de vergüenza y deshonra. La rectitud protege al hombre intachable; la maldad destruye al pecador. Hay quienes no tienen nada y presumen de ricos, y hay quienes todo lo tienen y aparentan ser pobres.
La riqueza del rico le salva la vida; pero el pobre jamás escucha amenazas. Los justos son como una luz brillante; los malvados, como una lámpara que se apaga.
El orgullo solo provoca peleas; la sabiduría está con los humildes. La riqueza ilusoria, disminuye; el que la junta poco a poco, la aumenta. Esperanza frustrada, corazón afligido; pero el deseo cumplido es como un árbol de vida.
El que desatiende una orden, lo lamentará; el que respeta el mandato será recompensado. La enseñanza del sabio es fuente de vida y libra de los lazos de la muerte. El buen juicio se gana el aprecio, pero los traidores marchan a su ruina. El que es prudente actúa con inteligencia, pero el necio hace gala de su necedad. El mensajero malvado acarrea problemas; el mensajero fiel los alivia.
Pobreza y deshonra tendrá quien desprecia el consejo; grandes honores, quien escucha la corrección. El deseo cumplido es causa de alegría. Los necios no soportan alejarse del mal. Júntate con sabios y obtendrás sabiduría; júntate con necios y te echarás a perder. Los pecadores son perseguidos por el mal; los justos, recompensados con el bien.
El hombre bueno deja herencia a sus nietos; el pecador amasa fortunas que quedarán para el justo. En el campo del pobre hay comida abundante, pero mucho se pierde donde no hay justicia. Quien no corrige a su hijo, no lo quiere; el que lo ama, lo corrige. El justo come hasta estar satisfecho, pero el malvado se queda con hambre.
Mateo 3:16
Jesús, una vez bautizado, salió del agua. En esto el cielo se abrió, y Jesús vio que el Espíritu de Dios bajaba sobre él como una paloma. Y se oyó una voz del cielo, que decía: “Este es mi Hijo amado, a quien he elegido.”
Acto de el nuevo nacimiento echo por Jesus y Tu que esperas. . . . ?
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