¡Pero tengan cuidado! Presten atención y no olviden las cosas que han visto sus ojos, ni las aparten de su corazón mientras vivan. Cuéntenselas a sus hijos y a sus nietos.
(Deuteronomio 4:9)
Ese es un recordatorio importante y una alerta para cada uno de nosotros:
¡NO TE OLVIDES DE DIOS!
Por lo general, nuestra memoria tiende a ser selectiva: descarta las cosas menos importantes así que dejamos de pensar en ellas o las abandonamos.
Si no pensamos en Dios a diario ni meditamos en su Palabra o si en la práctica lo tratamos como insignificante, con certeza nuestra memoria lo borrará.
Con frecuencia la Biblia nos anima a recordarnos de Dios:
en las batallas de la vida (Nehemías 4:14)
en las noches oscuras (Salmo 63:6)
en la hora de dolor (Jonás 2:7)
en los días de juventud (Eclesiastés12:1)
al estar lejos del hogar (Zacarías 10:9)
No alejes nunca tu corazón de todo lo que has visto y aprendido al lado del Señor.
Eso será precioso cuando llegue la crisis.
En los momentos más difíciles tu memoria te ayudará a encontrar esperanza y fe para proseguir.
Para orar:
Señor ayúdame a no olvidarme jamás de tu bondad, tu misericordia y tu amor.
Ayúdame a guardar en mi corazón tus Palabras para no pecar contra ti.
Que yo recuerde cada día que tú eres el Dios todopoderoso en quien mi alma puede confiar.
Oro en el nombre de Jesús, amén.
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