Ir al contenido principal

Tránslate / Traducción

La alabanza a Dios es ejercicio para el alma. ¡Practica!


Tú eres mi Dios, por eso te doy gracias; tú eres mi Dios, por eso te exalto. Den gracias al Señor, porque él es bueno; su gran amor perdura para siempre. (Salmo 118:28-29)

Así como el cuerpo necesita de ejercicio físico para mantenerse saludable, nuestra alma necesita de la presencia de Dios. Al cultivar un corazón lleno de gratitud a Dios nos preparamos para recibir el derramamiento del Espíritu Santo. A través de la alabanza y de la oración recibimos de parte de Dios su Espíritu Santo que alimenta nuestra alma.

La persona agradecida a Dios se siente más liviana y dispuesta, tal y como sucede con los que practican el ejercicio físico. Aquel que no practica ningún tipo de actividad tiende a sentirse indispuesto y desanimado. Sucede lo mismo con los que no tienen un corazón agradecido hacia Dios: les ataca la baja estima y les falta perspectiva.

Pero siempre hay la oportunidad de volver a comenzar y Dios está siempre dispuesto a ofrecerla. Él es misericordioso y quiere hacer lo mejor en nosotros. Anímate, practica ejercicios, no solo físicos sino más del Espíritu. Alaba a Dios y ten una mente liviana y un corazón dispuesto.

¡Ejercita tu alma!

Recuerda todo lo que Dios ya ha hecho en tu vida. Recordar lo que él ha hecho nos llena de esperanza y de gratitud.

Usa tu boca para alabar a Dios. Expresa palabras que bendigan al Señor. Al alabarlo nuestro corazón se llena del Espíritu Santo.

Asegúrate de que todo lo que haces para el Señor sale de un corazón liviano que no está esperando nada a cambio. Dios se agrada de los que le adoran simplemente por amor. El amor que él tiene por nosotros es mucho más grande, puedes estar tranquilo.

Para orar

Señor, ¡es tan bueno decir tu nombre! Tú eres maravilloso. Mi corazón se llena de paz y calma al pensar en tu amor. Amor perfecto y probado. Muchas gracias por colocarme en tus atrios, tu Palabra me guía. ¡Te amo, Dios! Amén.

Comentarios

NOVEDADES

Caminando con Cristo

Muchas veces, en nuestro caminar con Dios, podemos sentir que todavía estamos lejos de ser perfectos. Nos enfrentamos a luchas, fracasos y momentos en los que pensamos que no estamos progresando como nos gustaría.  Pero el apóstol Pablo nos recuerda en Filipenses 3:12-14 que no importa cuán imperfectos seamos o cuántos errores hayamos cometido en el pasado, Dios nos llama a seguir adelante. No que lo haya alcanzado ya, ni que ya sea perfecto; sino que prosigo, por ver si logro asir aquello para lo cual fui también asido por Cristo Jesús. Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús. (Filipenses 3:12-14) No necesitamos quedarnos estancados en el pasado. En Cristo, tenemos una nueva oportunidad cada día. Lo más importante es seguir avanzando, manteniendo siempre la mirada fija en el objetivo, que es n...

Dios puede animar tu día

Hoy compartimos una verdad transformadora: el poder de Dios es capaz de animar tu vida diaria. En medio de la adversidad, es reconfortante saber que tenemos un Dios que está siempre a nuestro lado, dispuesto a fortalecernos y animarnos. La Palabra de Dios asegura en Isaías 41:10: Así que no temas, porque yo estoy contigo; no te angusties, porque yo soy tu Dios. Te fortaleceré y te ayudaré; te sostendré con mi diestra victoriosa. (Isaías 41:10) Es una promesa fortalecedora que muestra que Dios no solo está con nosotros, sino que también nos permite vencer los desafíos. Cuando el día se sienta pesado, recuerda Filipenses 4:13: "Todo lo puedo en Cristo que me fortalece". No nos enfrentamos solos a los desafíos: el Señor nos acompaña y nos capacita para superar cualquier situación. Además, cada mañana la misericordia de Dios es nueva (Lamentaciones 3:22-23), brindándonos un nuevo día lleno de oportunidades para experimentar el amor y el aliento divinos. Por tanto, deja tu día en ...

Con Cristo, todo el año es un año nuevo

Hermanos, no pienso que yo mismo lo haya logrado ya. Más bien, una cosa hago: olvidando lo que queda atrás y esforzándome por alcanzar lo que está delante, sigo avanzando hacia la meta para ganar el premio que Dios ofrece mediante su llamamiento celestial en Cristo Jesús. (Filipenses 3:13-14) El final del año es por lo general un momento de conmemoración, aunque no para todos. Para algunas personas pensar en el próximo año puede causar desánimo: "da igual, todos los años son iguales". No todos actúan de la misma manera ante la expectativa de un año nuevo. La mejor manera de romper con el desánimo es ser sincero con Dios. No hay nada mejor que abrir el corazón y exponer tus expectativas antes del "cambio de año". Dios es misericordioso, él nos oye, y es eso lo que desea que hagamos. Solo el Espíritu Santo es capaz de calmarnos y de confortarnos. ¡Permítele que lo haga! Sé sincero contigo y reconoce todo lo que Dios ha hecho en tu vida. Desarrollar un corazón agradeci...