Al ver Jesús la fe de ellos, le dijo al paralítico: Hijo, tus pecados quedan perdonados. (Marcos 2:5)
El episodio que narra este versículo es muy conocido. Jesús estaba en una ciudad, dentro de una casa. La gente estaba tan emocionada de verlo y escucharlo que el lugar estaba totalmente lleno, nadie podía entrar o salir. En esa ciudad había un paralítico con amigos preciosos que accedieron a llevar al amigo necesitado hasta donde estaba el gran maestro obrador de milagros, para que lo sanara.
El grupo de valientes no pudo pasar por la puerta principal, tal era la cantidad de gente en ese lugar. ¡Su solución fue creativa, abrieron un agujero en el techo y bajaron al paralítico a través de él! Al ver la gran fe de estas personas, Jesús... dijo «tus pecados te son perdonados».
La acción de Jesús sorprende a los más atentos al texto. La necesidad del paralítico parece ser la sanidad física, pero cuando se presenta ante Jesús, recibe el perdón. Eso es porque Jesús conoce mejor que nosotros mismos y que aquellos que nos rodean, cuáles son nuestras necesidades. Quizás le estás pidiendo algo al Señor, pero Dios te está dando lo que realmente necesitas.
Conócete a ti mismo
Pídele a Dios que abra tus ojos para que puedas ver cuáles son tus necesidades reales.
Continúa en oración y buscando al Señor Jesús, como lo hizo el paralítico.
Rodéate de amigos fieles que te ayuden a superar las dificultades.
Para orar:
Señor Jesús, quiero buscarte con tanto amor y fe como el paralítico de la historia bíblica. Ayúdame a ver cuáles son mis necesidades reales y dame lo que realmente necesito. Señor, confío en tu sabiduría. Así que oro y te pido esto en el nombre de Jesús. Amén.
Comentarios
Publicar un comentario