(Mateo 11:29)
¿Te consideras una persona mansa y equilibrada?
¿Humilde y sencilla?
O, por el contrario, ¿eres una persona estresada, un poco agitada, descortés, tal vez atrevida o incluso un poco orgullosa?
Independientemente de cómo te evalúes a ti mismo o cómo te reconozca la gente, todos podemos y debemos mejorar.
En este versículo, es la primera vez que Jesucristo habla de su personalidad.
Él caracterizó su propio corazón como manso y humilde.
Estas son dos características sobresalientes del temperamento de nuestro Señor.
Además, Cristo nos llama a aprender de él.
Todos necesitamos desarrollar estas virtudes a través de nuestro caminar con Dios.
La mansedumbre y la humildad de Cristo te darán paz interior y descanso.
Aprende a ser más como Jesucristo
Jesús quiere que aprendamos a ser personas más agradables.
¡Ora y pídele que te enseñe y te transforme por completo!
Ser manso significa ser equilibrado, sosegado, es también expresar bondad, amabilidad y serenidad.
Ser humilde es ser sencillo, sobrio, sumiso y respetuoso.
Aprende estos valores de Cristo.
Jesús es la fuente de sabiduría y equilibrio emocional.
Deposita al pie de la cruz toda angustia, desorientación, estrés y asperezas.
La Palabra de Dios es donde llegamos a conocer más de cerca a nuestro Salvador Jesús.
Estudia, lee, aprende y sigue conociendo más a Jesús.
Para orar:
¡Señor mi Dios, cómo necesito aprender más de ti!
Ayúdame y enséñame a ser más como Cristo... a encontrar el descanso y la paz interior.
Que tu serenidad, generosidad y bondad, Jesús, sean más notorias en mi vida y en mis relaciones.
Que mis acciones expresen el amor, la mansedumbre y la humildad que vienen de ti, Señor.
Que yo camine a tu lado día a día, conociendo mejor las riquezas de tu corazón.
En el nombre de Jesús, oro y te agradezco. ¡Amén!
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