Así que, hermanos, les ruego por las misericordias de Dios que presenten sus cuerpos como sacrificio vivo, santo y agradable a Dios, que es el culto racional de ustedes. No se conformen a este mundo; más bien, transfórmense por la renovación de su entendimiento de modo que comprueben cuál sea la voluntad de Dios, buena, agradable y perfecta.
Digo, pues, a cada uno de ustedes por la gracia que me ha sido dada, que nadie tenga más alto concepto de sí que el que deba tener; más bien, que piense con sensatez, conforme a la medida de la fe que Dios repartió a cada uno.
(Romanos 12:1-3)
La vida está llena de cambios.
En nuestra infancia tenemos gustos que se alteran cuando llegamos a la adolescencia.
De adultos ya no tenemos las mismas percepciones que cuando éramos jóvenes.
Crecemos y nuestra mente se transforma.
Cuando nacemos de nuevo (2 Corintios 5:17), morimos al mundo y nuestra mente mundana también es sepultada.
Vemos más allá de lo que nuestros ojos pueden ver, vemos con los ojos del espíritu.
No estamos presos a los deseos del mundo, sino que buscamos las cosas de lo alto (Colosenses 3:2).
Transformar la ment forma parte del «nacer de nuevo».
Esa transformación es diaria y continua, nos aleja de los viejos hábitos y de las cosas que limitan nuestra mente.
Al vivir la Palabra de Dios, nuestra mente se amplía y experimentamos el sentido real de la vida, el amor de Dios.
Renueva tu mente a través de Cristo
Ser nueva criatura es un proceso activo.
Abandona los viejos hábitos y todo lo que te aleja de Dios.
La Biblia es el manual para la renovación de nuestra mente.
Léela diariamente.
Busca la compañía de los que, como tú, buscan la renovación de sus mentes. Crece en comunión.
Para orar:
Señor Dios, ya no tengo la misma mente de antes, diariamente aprendo más de ti.
Auxíliame en la transformación de mi mente, quiero pensar en las cosas de lo alto y quiero contribuir para que más mentes sean transformadas por ti. Amén.
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