Bueno es el Señor con quienes en él confían, con todos los que lo buscan. Bueno es esperar calladamente que el Señor venga a salvarnos. (Lamentaciones 3:25-26)
Vivimos en un mundo que valora mucho la velocidad. Somos la generación de "fast food" (comida rápida). Queremos que los medios de transporte, la internet y hasta las relaciones se muevan con rapidez. Nos gusta tener la información en tiempo real, los servicios de urgencia, las entregas rápidas. En fin, vivimos en una era más acelerada, que parece haber olvidado el valor de la espera.
Parece muy anticuado, pero recuerda que también hay preciosidades en saber esperar. No solamente porque así podemos saborear platos más elaborados y sabrosos o para solidificar relaciones más confiables y duraderas, sino principalmente, para que nuestro corazón pueda sentirse más sereno y perseverante.
Cuando buscamos a Dios, necesitamos aprender a desacelerar nuestras expectativas sabiendo que él es Señor del tiempo y que siempre hace lo mejor por nosotros. Espera en Dios con tranquilidad. Él es bueno y cuida de ti.
Espera en Dios con paciencia:
Ora y entrega a Dios tu voluntad, tus anhelos y tus planes.
Confía en Jesús de todo corazón.
Espera con serenidad, paciencia y resiliencia.
Busca a diario renovar tus fuerzas a través de la Palabra de Dios.
Descansa en el cuidado del Señor Jesús. Él sabe lo que es mejor para ti.
Recuerda todo lo que Dios ya ha hecho por ti. Cree y ten esperanza pues él todavía sigue siendo bueno.
Para orar:
Señor mi Dios, ayúdame a esperar en ti con tranquilidad. Enséñame a esperar con paciencia en tu gran amor y cuidado. Todo a mi alrededor parece tan acelerado, pero necesito descansar mi corazón en tu Palabra. Ayúdame a confiar y a buscar siempre tu voluntad. Señor, tú eres siempre bueno. En el nombre de Jesús te doy gracias, amén.
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