Ama al Señor tu Dios, obedécelo y sé fiel a él, porque de él depende tu vida, y por él vivirás mucho tiempo en el territorio que juró dar a tus antepasados Abraham, Isaac y Jacob.
(Deuteronomio 30:20)
Nuestra vida, longevidad y bienestar dependen de una sola cosa: la obediencia a Dios.
Este es el costo de nuestra vida en la presencia de Jesús.
No podemos olvidar que nuestra relación con Dios se basa en el amor y el compromiso con su voluntad.
Si nos negamos a obedecerle, ponemos en peligro todo lo que es más importante en la vida.
Ese fue también el costo de vivir en la tierra prometida: obedecer al Señor.
Por mucho que pensaran que la ley era estricta, que había demasiadas reglas o que eran demasiado difíciles, los mandamientos fueron dados para proteger y ayudar a las personas a mantenerse en el camino.
Asimismo, en nuestra vida, los mandamientos de Dios son buenos, nos guían y son para nuestro bien.
Nos permiten vivir en la presencia de Dios y en paz unos con otros.
La vida de bendición que Dios nos quiere dar está ligada a la obediencia que le damos en amor.
Son grandes los beneficios de la obediencia
Ora y pide perdón a Dios si has sido desobediente a su Palabra.
Medita sobre lo siguiente: «El obedecer vale más que el sacrificio» (1 Samuel 15:22).
Obedecer es una decisión personal.
Asegúrate de que no sigues los malos ejemplos y la influencia de los desobedientes.
Dios no quiere lo que es malo para ti.
Por el contrario, la obediencia a lo que él dicta será lo mejor para ti.
«¡Es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres!» (Hechos 5:29).
Ten claras tus prioridades.
Para orar:
Señor Dios, ayúdame a obedecerte en todo, cueste lo que cueste.
Perdóname si soy selectivo, eligiendo en qué áreas de la vida te voy a obedecer.
Necesito ser honesto y totalmente fiel a tu Palabra.
Ayúdame a aferrarme a ti, porque toda mi vida depende de ti.
En el nombre de Jesucristo, oro y te doy las gracias. ¡Amén!
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