Pero Dios, que consuela a los abatidos, nos consoló con la llegada de Tito, y no solo con su llegada, sino también con el consuelo que él había recibido de ustedes. Él nos habló del anhelo, de la profunda tristeza y de la honda preocupación que ustedes tienen por mí, lo cual me llenó de alegría.(2 Corintios 7:6-7)
¿Has pasado alguna vez por una fase en la que parecía que llovían problemas por todos lados? Las olas y las tempestades intentaban robar toda la paz y la alegría que tenías. Cuando por fin lograbas respirar tranquilo después de un problema, surgía otro. Más noticias, más desgaste y decepción. Tal vez estés pasando por momentos así ahora mismo. Ten fe: Dios tiene para ti el consuelo que necesitas.
A veces nos llegan tantas aflicciones o adversidades que nuestro corazón se siente triste y abatido. El apóstol Pablo también pasó por momentos de gran aflicción, persecuciones, necesidades, angustias. Pero él confiaba en el cuidado de Dios y en el consuelo que el Espíritu Santo trae por medio de la Palabra de Cristo. ¡Confía y busca al Señor!
Dios concede consuelo al corazón abatido que busca refugio en él. En medio de grandes o pequeñas pérdidas y decepciones podemos contar siempre con su gracia y su consuelo.
Dios tiene consuelo para ti
Cuando estés pasando por una fase amarga de decepciones, pérdidas y aflicciones, no temas ni te desanimes: ¡Dios está contigo!
Confía en Dios de todo corazón y entrégale a él tus problemas.
Todos estamos sujetos a pasar por tiempos de crisis y de aflicción. La diferencia del que tiene a Cristo en su vida es que nunca está solo.
Recuerda que esto es solamente una fase difícil. Ten fe de que todo pasará y podrás alabar a Dios por la victoria al final de todas esas luchas.
Si te encuentras cansado, triste o abatido, encuentra el ánimo y el consuelo necesarios en la Palabra de Dios. Léela con confianza y fe.
Dios también nos envía consuelo a través de otras personas. Presta atención y recibe el cuidado y el amor de Dios.
Para orar:
Señor Dios, ¡he enfrentado tantas situaciones difíciles! Todas estas tormentas, una tras otra, es algo difícil de soportar. Ayúdame por tu gracia y tu bondad. No me dejes mirar atrás. Ayúdame a continuar firme en tu presencia. Consuela mi corazón y fortalece mi fe en tu Palabra. Gracias por la familia, los hermanos y los amigos que están a mi lado ayudándome a soportar. Yo te alabo y te doy gracias porque eres fiel. En el nombre de Jesús, amén.
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