Ir al contenido principal

Tránslate / Traducción

¡Clama a mí!

Clama a mí y te responderé, y te daré a conocer cosas grandes y ocultas que tú no sabes.
(Jeremías 33:3)

¿Con quién hablas cuando necesitas consejo o compañía? 

Probablemente hablas con alguien en quien confías y que consideras importante en tu vida.

¡No hay mejor consejero que nuestro Dios! 

Él quiere oír tu voz y hablar contigo. 

Solo Dios oye realmente nuestro clamor y solo él puede resolver cualquier problema. 

Para que esto suceda debemos depositar nuestra confianza en él.

¿Confiamos lo suficiente en Dios como para clamar a él? 

Si no confiamos en Dios, nuestro clamor no tiene fuerza. 

Para hablar con Dios debemos tener fe y confianza en él.

Cuando confiamos en Dios y clamamos su poderoso nombre, todo puede suceder. 

Él oye la oración del justo y nada es imposible para él. 

Cree en Dios, clama su nombre y verás lo imposible ser posible. 

Él puede hacer cosas grandiosas e insondables que no has visto jamás.

Clama a Dios y él te responderá.

Cuando hables con Dios en oración sé sincero, abre tu corazón. 

Dios quiere que seamos veraces con él.

Dios no nos deja sin respuesta. Si hablaste con él, continúa creyendo. 

Él contestará tu oración en el momento preciso.

Clama a Dios para pedir, pero también para agradecer. 

Dios desea que reconozcamos su obra a nuestro favor.


Para orar:
Señor Jesús, clamo tu nombre pues creo en tu poder. 

Sé que tú puedes transformar mi vida y cambiar mi historia. 

No hay nada que sea imposible para ti y sé que me amas. 

Alabo tu nombre con alegría, ¡aleluya!

Comentarios

NOVEDADES

"¿Debe o no, una iglesia dar el diez por ciento de las ofrendas que recibe?"

"¿Qué dice la Biblia acerca del diezmo?" Diezmar / ofrendar debe ser un gozo, una bendición.  Tristemente, casi nunca es ese el caso en la iglesia de hoy. Diezmar es un asunto con el que muchos cristianos luchan dia a dia. En muchas iglesias locales ponen demasiado énfasis en diezmar. Al mismo tiempo, muchos cristianos rehúsan someterse a la exhortación bíblica tocante a ofrendar al Señor. Diezmar es un concepto del Antiguo Testamento. El diezmo era un requisito de la ley en la cual todos los Israelitas ofrendaban al tabernáculo / templo el 10% de todo lo que ganaban y hacían crecer ( Levítico 27:30; Números 18:26; Deuteronomio 14:23; 2 Crónicas 31:5 ).  El Nuevo Testamento en ninguna parte ordena, o aún recomienda que los cristianos se sometan a un sistema legalista de diezmar.  Pablo declara que los creyentes deberían apartar una porción de sus ingresos a fin de dar soporte a la iglesia ( 1 Corintios 16:1-2 ). El Nuevo Testamento en ningún lugar señala un cierto porcent...

El Señor nos oye en el día de angustia

Que el Señor te oiga en momentos de angustia; que te defienda el Nombre, el Dios de Jacob. (Salmo 20:1) Cuando todo parece desmoronarse y nuestras almas están abatidas, hay una promesa que brilla como la luz en la oscuridad: el Señor nos escucha en el día de la angustia. Este breve, pero profundo versículo, revela el corazón de un Dios que no es indiferente a nuestro sufrimiento. Él no se limita a observar desde lejos, sino que inclina sus oídos al clamor sincero de quienes lo buscan. El salmista habla con certeza: «Que el Señor te oiga…». Nos reconforta saber que no estamos solos cuando el miedo llama a la puerta, cuando los planes fallan o cuando se nos acaban las fuerzas. La oración, en este contexto, no es un acto religioso vacío, sino un encuentro con el Dios vivo, que nos ayuda, nos protege y nos fortalece. Y todavía hay más: «que te defienda el Nombre, el Dios de Jacob». El nombre de Dios no es solo un título. Es una expresión de su carácter, su fidelidad, su pacto. El ...

Formación Pastoral (5. Pruebas)

El líder crece en medio de las pruebas - Las diversas formas de una prueba Las tardes cálidas y llenas de placidez en familia constituían algo que nunca previó Abraham. Sara, su esposa, junto a las siervas atendiendo los quehaceres domésticos. Los negocios atravesando su mejor período y, en la mayoría de los casos, con una tendencia a crecer. Y en el inmenso solar, su hijo con otros chicos de su edad. ¿Qué más le podía pedir a Dios?. Estaba orgulloso de cuanto había acontecido en su existencia. Ocasionalmente cuando veía morir la tarde y la brisa bañaba con frescura aquél territorio, solía recordar los años de espera. Al comienzo se desesperaba pensando que jamás se materializarían en su existencia las promesas divinas. Vino luego un período que podía llamar de resignación, y por último, –por cosas paradójicas de la vida—el reverdecer de la fe tras cada nuevo encuentro con Dios quien le reafirmaba las promesas. ¿Pruebas?¿Momentos difíciles? Esos dos conceptos sonaban lejanos. Si en alg...