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Nuestra esperanza se renueva en Cristo y a través de él recibimos dirección y ánimo aun en medio de los tiempos difíciles.
Esa es la diferencia más grande de los que tenemos a Jesús: sabemos que con Dios somos más que vencedores y que todo contribuye para que Dios sea glorificado.
Es en Cristo que superamos las barreras: vamos de fe en fe y de gloria en gloria.
Pero más allá de conocer las buenas nuevas de salvación, nos corresponde a nosotros anunciarlas a aquellos que todavía no han oído hablar de Jesús.
Cuando somos un canal de bendición en la vida de las personas, vivimos llenos de gozo y hacemos la obra del Señor.
Pero, cuando creyeron a Felipe, que les anunciaba las buenas nuevas del reino de Dios y el nombre de Jesucristo, tanto hombres como mujeres se bautizaron.
(Hechos de los Apóstoles 8:12)
Saber que estamos contribuyendo con el Reino de Dios de forma activa, nos alegra y nos da más fuerzas para anunciar la Palabra de Dios con autoridad y poder. Dios no quiere que solo guardemos su Palabra en nuestro corazón: ¡también quiere que repartamos el Pan de Vida con todos!
Anunciando las Buenas Nuevas
Esfuérzate en leer la Palabra de Dios diariamente.
Aprovecha y comparte con alguien un poco de lo que aprendiste.
Las Buenas Nuevas del Evangelio son para todos.
No las restrinjas o hagas acepción de personas.
Nuestras actitudes son una forma de anunciar la Palabra de Dios.
Da buen testimonio.
Para orar:
Señor Jesús, te doy muchas gracias por darme la salvación.
No hay nada más placentero que saber que fui salvo por ti, que me amas y que quieres usarme como un instrumento en tus manos. ¡Úsame,
Señor! Amén.
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