La ansiedad está directamente ligada a la preocupación y al nerviosismo.
Cuando no nos sentimos confiados, la incertidumbre nos incomoda.
Solamente la Palabra de Dios es eficaz para calmar nuestro corazón.
En la Biblia encontramos palabras de consuelo y de esperanza.
Todavía más que aliviar nuestras ansias, Dios quiere guiarnos por un camino de bendición.
Para eso, debemos dar el primer paso: confiar en él.
La fe aleja la incertidumbre y nos acerca a Dios.
Todo aquel que busca a Cristo encuentra descanso:
Vengan a mí todos ustedes que están cansados y agobiados, y yo les daré descanso.( Mateo 11:28)
Alivia tu corazón, descansa en las promesas del Señor.
Echando fuera la ansiedad
Habla con Dios.
Pon delante de él tus pensamientos, cuéntale qué es lo que te está incomodando.
Después de orar, evita seguir pensando en lo que te aflige. Busca a Dios por medio de la alabanza o leyendo la Palabra.
Ten siempre en mente que Dios te cuida. Él te ama y quiere tu bien.
Para orar:
Señor Dios, sé que cuidas de mí. Calma mi corazón y tranquiliza mi mente.
Tú eres soberano y sé que todo coopera para el bien de aquellos que te aman. ¡Yo te amo! Amén.
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