
Ustedes, los que esperan en el Señor,
¡esfuércense, y cobren ánimo!
(Salmo 31:24)
Creer cuando todo va bien es fácil. El verdadero desafío es mantener la fe cuando los vientos son contrarios y las respuestas tardan en llegar. Cuando todo a nuestro alrededor parece negar lo que Dios prometió, se necesita valentía para seguir creyendo.
La Biblia está llena de hombres y mujeres que se atrevieron a creer incluso frente a lo imposible. Abraham esperó por años que se cumpliera la promesa de un hijo. José fue traicionado, encarcelado y olvidado antes de ver el cumplimiento del sueño que Dios le dio. Ellos permanecieron firmes porque confiaron en aquel que había prometido.
La fe no es la ausencia de duda, sino la elección de confiar a pesar de ella. Es un acto de valentía levantarse cada día y declarar: “¡Creo!” Ser valiente no significa que no se siente miedo, sino que se decide continuar incluso cuando hay lágrimas en los ojos.
Si hoy te sientes débil, recuerda: Dios no busca la perfección. Él busca corazones dispuestos. Aunque todo diga “no funcionará”, Dios sigue siendo fiel. Permanece. Espera. ¡Confía! Porque los que confían en el Señor nunca serán avergonzados.
Sé valiente. Dios está contigo, apoyando cada paso que das en fe.
¡Yo creo!
Alimenta tu fe diariamente: lee la Palabra, ora y recuerda las promesas de Dios. Esto fortalece tu confianza, incluso cuando todo a tu alrededor parece desmoronarse.
Rodéate de personas de fe: camina con aquellos que te recuerden el carácter fiel de Dios. La compañía adecuada fortalece la esperanza y te anima a no abandonar tu camino.
Declara tu confianza en voz alta: incluso en medio del miedo, profetiza la verdad de Dios sobre tu vida. Tus palabras tienen el poder de fortalecer tu fe y renovar tu valentía.
Para orar:
Señor, fortalece mi corazón en los días difíciles. Cuando todo parezca contrario, ayúdame a permanecer firme, confiando en tus promesas. Dame valentía para seguir creyendo, aun sin ver. Amén.
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