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Tu trono, oh Dios, permanece para siempre;
el cetro de tu reino es cetro de justicia.
(Salmo 45:6)
Al referirse a Jesús como Dios y describir su trono como eterno, el Salmo 45 revela la naturaleza única del Hijo de Dios.
Él no es simplemente un rey terrenal ordinario, sino Dios mismo encarnado.
El cetro de justicia que sostiene simboliza no solo la autoridad, sino también la justicia divina que caracteriza su reinado.
La profecía que contiene este salmo se cumplió plenamente en Jesús, quien estableció su reino espiritual, sin estar limitado por tiempo ni espacio.
Él reina con justicia y amor, cumpliendo las promesas divinas de redención y salvación.
Por lo tanto, al meditar en el Salmo 45, reconocemos la divinidad indiscutible de Jesucristo, nuestro Señor y Salvador, cuyo trono es eterno, y cuyo reinado se sustenta en la perfección de su justicia.
El Padre y yo somos uno.
(Juan 10:30)
Alabando al Rey Jesús
Incluye la lectura diaria de la Palabra de Dios en tu día.
Elige canciones que hablan sobre la verdad de que Jesús es Dios.
Celebra el hecho de que él es eterno y supremo, usando esto como base para adorarlo con todo tu corazón durante los momentos de alabanza.
Da gracias a Jesús cada día por ser Dios. Reconoce que él es el Rey que permanece para siempre y dale gracias por traer justicia a su reino.
Para orar:
Señor Jesús, estoy agradecido por tu divinidad, tal como se revela en tu Palabra.
Reconozco que eres el Rey eterno, soberano y salvador de mi vida.
Recibe mi alabanza y adoración. En tu nombre, amén.
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