
En medio de las incertidumbres y los desafíos de la vida, una verdad permanece inquebrantable: Jesús es quien salva. No es por nuestro propio mérito ni por las obras humanas que encontramos la redención. Es por el sacrificio perfecto de Cristo en la cruz. En Juan 14:6, Jesús declaró:
Jesús le dijo: Yo soy el camino, la verdad y la vida; nadie viene al Padre sino por mí.
(Juan 14:6)
Esta declaración no es solo una afirmación, sino también una promesa de esperanza. Solo en Jesús encontramos el camino hacia la reconciliación con Dios, la verdad que libera nuestra mente y la vida abundante que él nos ofrece.
Al mirar el mundo, vemos muchos ídolos y dioses falsos a los que la gente recurre para llenar el vacío en sus corazones. Sin embargo, ninguno de ellos puede ofrecer la salvación eterna que solo Jesús puede proporcionar. Él es el único mediador entre Dios y los hombres, y su amor incondicional nos alcanza dondequiera que estemos.
Cuando reconocemos nuestra necesidad de un Salvador y ponemos nuestra fe en Jesús, experimentamos la transformación interior que él puede lograr. Él nos libera del peso del pecado y nos da la certeza de la vida eterna a su lado.
Y este es el testimonio: que Dios nos ha dado vida eterna, y esta vida está en su Hijo. El que tiene al Hijo tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida.
Estas cosas les he escrito a ustedes que creen en el nombre del Hijo de Dios para que sepan que tienen vida eterna.
(1 Juan 5:11-13)
Por lo tanto, no hay otro nombre bajo el cielo en el que podamos ser salvos, sino el nombre de Jesús. Él es el alfa y omega, el principio y el fin. Que nosotros, con gratitud y humildad, le entreguemos nuestra vida, reconociendo que solo en Jesús encontramos la verdadera paz, el perdón y la salvación.
Jesús el Salvador
Desarrolla una relación personal con Jesús a través de la oración diaria.
Medita en la Palabra de Dios para fortalecer tu fe.
Comparte el amor de Cristo con los demás, dando testimonio de tu salvación.
Para orar:
Jesús, te doy gracias por mi salvación. Estoy agradecido por tu amabilidad y tu sublime amor. Eres el único camino a la vida eterna. En tu nombre oro, amén.
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