Jesús, el León de Judá, es el que venció a la muerte y ganó la victoria para todos nosotros.
Cuando miramos a Jesús como el León de Judá, recordamos que él es nuestro defensor, el que pelea por nosotros. Él no solo nos protege de los ataques del enemigo, sino que también nos capacita para enfrentar la adversidad con valentía y fe.
Inspírate con el León de Judá.
Fortaleza: Así como un león es fuerte y valiente, debemos revestirnos de la fuerza que viene de Cristo.
Osadía: un león no tiene miedo de enfrentar los desafíos.
Asimismo, debemos ser audaces en nuestra fe, proclamando el evangelio y siendo testigos del amor de Jesús en medio de nosotros.
Autoridad: Así como el rugido de un león impone respeto, debemos ejercer la autoridad que Cristo nos ha dado sobre las obras del enemigo.
No permitamos que el mal triunfe.
Para orar:
Querido Jesús, León de Judá, fortalécenos, danos osadía y autoridad para vivir como verdaderos discípulos, dando testimonio de tu amor a todo el mundo.
¡En tu nombre, mi Señor, amén!
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