
La vida está llena de retos, momentos de incertidumbre y, en ocasiones, incluso de desánimo. En estos momentos, es fácil sentir que estamos solos o que nada saldrá bien. Pero hay una verdad poderosa que nunca podremos olvidar: Dios es fiel a sus promesas.
El versículo de Josué 21:45 nos recuerda esto claramente:
No faltó palabra de todas las buenas promesas que Jehová había hecho a la casa de Israel; todo se cumplió.
(Josué 21:45)
Piensa en esto por un momento. Todo lo que Dios le prometió a su pueblo, sucedió en el momento correcto y de la manera correcta. Esto es así, porque Dios no se equivoca, no se olvida ni se retracta de lo que dice.
A veces podemos sentirnos frustrados porque queremos que sucedan cosas en nuestro tiempo. Queremos respuestas rápidas y soluciones inmediatas. Pero Dios obra en su perfecta sabiduría y en el momento adecuado. Él ve el panorama completo, mientras que nosotros solo vemos una parte de la historia. Por eso necesitamos confiar, incluso cuando no entendamos.
Recuerda: las promesas de Dios no son vacías. Si él dijo que cuidará de ti, lo hará. Si él prometió paz en medio de las tormentas, esa paz llegará. Si te garantizó que nunca te abandonará, ten la seguridad de que él está contigo, incluso en los días más difíciles.
Así como Dios cumplió todas sus promesas a Israel, así cumplirá lo que te prometió a ti. Ten fe. Aférrate fuerte a la esperanza que viene de él. No importa cuán largo o difícil sea el camino, la fidelidad de Dios es inquebrantable.
Confía en Dios, incluso cuando todo parezca ir en contra. Porque si Dios prometió, él lo cumplirá. Y cuando eso suceda, verás que la espera valió la pena.
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Confiando en las promesas de Dios
Recuerda las promesas de Dios: reflexiona sobre sus promesas, ya que son firmes y nunca fallan.
Ora con fe: cuando enfrentes dificultades, ora confiando en que Dios te escucha y cumplirá sus promesas.
Ten paciencia: las cosas suceden en el tiempo de Dios. Confía en el proceso, incluso cuando los resultados no aparezcan cuando quieres.
Para orar:
Señor, te doy gracias por tu fidelidad y por tus promesas que nunca fallan. En momentos de duda, ayúdame a confiar plenamente en ti, sabiendo que tú siempre cumples lo que prometes. Fortalece mi fe y mi paciencia mientras espero las bendiciones que has preparado para mí. En el nombre de Jesús, amén.
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