La salvación de los justos viene del Señor; él es su fortaleza en tiempos de angustia. (Salmo 37:39)
Creer en Dios no nos aleja de las adversidades, pero sí marca una gran diferencia en el modo en el que enfrentamos todas esas situaciones.
Es, precisamente ahi, en medio de las dificultades, en medio de nuestras angustias que Dios se manifiesta de forma muy especial.
Por eso, debemos aferrarnos a Dios en medio de nuestros desiertos, llevándolos delante de él en oración.
La fortaleza es una estructura arquitectónica construida para defender una ciudad de un ataque enemigo.
Tal como el salmista lo ilustró, es así como Dios obra en nuestra vida.
La Palabra de Dios fortalece nuestro corazón para que podamos resistir en las adversidades.
La Palabra de Dios fortalece nuestro corazón para que podamos resistir en las adversidades.
Ese mecanismo de defensa espiritual, la Palabra del Señor, nos protege de los ataques del enemigo y nos da una dirección.
Dios no nos abandonará, por el contrario, él nos acompaña y en esos momentos podemos clamar a su poderoso nombre.
Dios no nos abandonará, por el contrario, él nos acompaña y en esos momentos podemos clamar a su poderoso nombre.
Dios es tu protector.
Para orar:
Señor, tú eres mi protección, mi fortaleza.
"Salva a tu pueblo, y bendice a tu heredad; Y pastoréales y susténtales para siempre." ✝ Salmos 28:9
Señor, tú eres mi protección, mi fortaleza.
Tu Palabra me trae seguridad.
Aun en medio de las dificultades, yo sé que tú me proteges.
Muchas gracias por tu protección y tu amor. Amén.
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