Por eso, Dios nuestro, te damos gracias, y a tu glorioso nombre tributamos alabanzas. (1 Crónicas 29:13)
Este trozo del cántico de David fue fruto de una gran ofrenda que hizo el rey con la participación de todo el pueblo de Israel en la construcción del templo en Jerusalén. Fue necesaria mucha participación y también mucho esfuerzo para que se llevara a cabo la obra de Dios. Delante de toda aquella entrega, David se alegró y alabó a Dios. Cuando servimos al Señor, ningún esfuerzo es en vano.
Ayudar en la obra de Dios es como plantar una semilla en buena tierra. Siempre que tengas la oportunidad de servir a Dios, no lo hagas de cualquier manera. Hazlo con el corazón agradecido y verás todo lo que Dios hace en tu vida cuando te pones a su disposición. Dios bendice y ama a quienes sienten placer en servirle.
Sirve al Señor con alegría:
Busca integrarte con los hermanos de la iglesia donde asistes. Ponte a la disposición de ellos. Al acercarte y estrechar el contacto conocerás a los hermanos y podrás envolverte más en la obra de Dios.
Cuando sirvas en la casa de Dios, aunque sea realizando pequeñas tareas, ten en mente que todo servicio es una ofrenda de adoración. Cuando termines presenta en oración tu servicio a Dios.
Para orar:
Señor Dios, quiero agradecerte y alabarte por todas las cosas que has hecho en mi vida. Aviva mi corazón para que sienta cada vez más placer en servirte. Quiero servir como Jesús sirvió. Quiero estar más y más alegre en tu casa. En el nombre de Jesús, amén.
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