Ir al contenido principal

Tránslate / Traducción

Redime tu tiempo


Mirad, pues, con diligencia cómo andéis, no como necios sino como sabios, 16 aprovechando bien el tiempo, porque los días son malos. (Efesios 5:15-16)

Hay algo que necesitamos recordar todos los días: ¡este podría ser nuestro último día! Es extraño pensarlo, pero muchas personas que se despertaron esta mañana se van a ir... Por eso, necesitamos revisar nuestra vida, examinarnos y evaluar nuestros pasos diariamente. Para ello, tenemos que tener cuidado con la forma en que vivimos.

¿Cómo empleamos el tiempo que tenemos en la vida? Dios, Señor del tiempo, nos mostró a través de Cristo cómo redimir, es decir, rescatar nuestro tiempo. Jesús caminó con prudencia y sabiduría, organizando su tiempo para priorizar su vida de oración, su misión y sus relaciones, cumpliendo siempre el propósito del Padre celestial.

Esta es la clave: ¡ser más como Jesús! Vivir intencionalmente, con sentido de urgencia, para anunciar, amar y servir, pero vivir sin prisas, sin descuidar a Dios, ni a las personas, ni al trabajo.

En Eclesiastés 3, la Biblia nos enseña que hay un tiempo determinado para todas las cosas. Pero, lamentablemente, vivimos oscilando entre dos extremos: a veces en la hiperactividad, en el ajetreo de la vida cotidiana, y otras veces, en la ociosidad, envueltos en la pereza y la procrastinación. Es una locura vivir de un lado o del otro del péndulo cuando Dios nos guía al equilibrio, entre el trabajo dedicado y el descanso.

Rescata tu tiempo

Recuerda que Dios es el Señor del tiempo. Él tiene el control del futuro y del presente.

Reflexiona sobre cómo usas tu tiempo: toma en cuenta dónde y cómo pasas (o desperdicias) tu tiempo.

Ora a Dios y pídele perdón si has invertido mal tu tiempo, viviendo en desequilibrio. Toma medidas significativas: aprende a disciplinarte, limita el tiempo frente a la pantalla, ora, lee y medita más...

Lee la Biblia, escribe y ora pidiendo la orientación de Dios para administrar mejor tu tiempo.

Organízate priorizando lo esencial como Dios y su voluntad, las relaciones, el trabajo, el descanso, el ocio, los hábitos saludables, etc.

Para orar:

Señor Dios mío, gracias por darme vida, salvación y por sostenerme hasta aquí. A partir de hoy, ayúdame a aprovechar mejor el tiempo que me queda. Que al despertar, mi corazón se incline a escucharte, y al acostarme, haya satisfacción y agradecimiento por todo lo que hago. Ayúdame a aprovechar mejor el tiempo de la vida que tú me das.

Quiero aprender de Cristo a través de las Sagradas Escrituras, cómo tomar mejores decisiones en mi vida diaria. ¡Dame equilibrio y sabiduría, Padre! Quiero vivir para glorificar tu nombre, haciendo lo mejor que pueda cada día, aprovechando al máximo cada oportunidad. ¡En el nombre de Jesús, oro y te doy gracias! ¡Amén!

Comentarios

NOVEDADES

Caminando con Cristo

Muchas veces, en nuestro caminar con Dios, podemos sentir que todavía estamos lejos de ser perfectos. Nos enfrentamos a luchas, fracasos y momentos en los que pensamos que no estamos progresando como nos gustaría.  Pero el apóstol Pablo nos recuerda en Filipenses 3:12-14 que no importa cuán imperfectos seamos o cuántos errores hayamos cometido en el pasado, Dios nos llama a seguir adelante. No que lo haya alcanzado ya, ni que ya sea perfecto; sino que prosigo, por ver si logro asir aquello para lo cual fui también asido por Cristo Jesús. Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús. (Filipenses 3:12-14) No necesitamos quedarnos estancados en el pasado. En Cristo, tenemos una nueva oportunidad cada día. Lo más importante es seguir avanzando, manteniendo siempre la mirada fija en el objetivo, que es n...

Regocijaos en el Señor

Regocijaos en el Señor siempre. Otra vez digo: ¡Regocijaos! (Filipenses 4:4) Jesús es el motivo de mi sonrisa, porque en su presencia encuentro la verdadera alegría. No es una alegría pasajera que depende de las circunstancias, sino una paz duradera que trasciende las dificultades. En medio de las dificultades de la vida, puedo confiar en que él está a mi lado, tomándome de la mano y guiándome por el camino seguro. La sonrisa que Jesús pone en mi rostro es un reflejo de su amor inconmensurable. Cuando miro la cruz, recuerdo el sacrificio que él hizo por mí y mi corazón se llena de gratitud. Él me amó primero, incluso cuando todavía estaba perdido. Este amor incondicional me sostiene y me da fuerzas para afrontar cada nuevo día con esperanza. Las promesas de Jesús son fuentes de alegría. Él nos prometió vida abundante y en su palabra encuentro consuelo y dirección. Cuando estoy cansado, encuentro descanso en sus brazos. Cuando estoy triste, él es mi alegría. Cuando soy débil, él es mi f...

¡Exalta al Señor con tus alabanzas!

Alaben al SEÑOR, porque es bueno: ¡Porque para siempre es su misericordia! (Salmo 136:1) En la lucha o en la alegría, nuestro llamado es el mismo: exaltar al Señor con nuestras alabanzas. La alabanza es más que una canción. Es una expresión viva de nuestra fe, una declaración de que Dios es soberano, sin importar las circunstancias. Cuando alabamos a Dios, algo poderoso sucede en nosotros. El desánimo se desvanece, las dudas se disipan y la presencia de Dios se hace más real. La alabanza nos recuerda quién es Dios: fiel, justo, amoroso, poderoso. Él es digno de todo nuestro reconocimiento, no solo cuando todo va bien, sino también cuando enfrentamos el valle de sombra de muerte. Exaltar al Señor con toda alabanza es un acto de entrega y confianza. Es decir con el corazón: «Señor, te adoro no por lo que haces, sino por quién eres». En medio del dolor, alaba. En un buen día, alaba. En cada etapa de tu vida, alza la voz y glorifica a aquel que nunca falla. La alabanza transforma el entorn...