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Tránslate / Traducción

El gozo del Señor es fuente de fuerza


No se entristezcan porque el gozo del SEÑOR es su fortaleza. (Nehemías 8:10b)

Vivimos tiempos en los que el desánimo intenta debilitarnos. Los problemas cotidianos, las incertidumbres y las luchas internas pueden agotarnos. La Palabra de Dios nos recuerda que existe una fuente inagotable de fortaleza: el gozo en el Señor. Este gozo no depende de las circunstancias, sino de nuestra relación con el Creador.

Cuando Nehemías pronunció estas palabras, el pueblo de Israel estaba cansado, arrepentido y con el corazón quebrantado al escuchar la ley de Dios. Aun así, Dios les mandó regocijarse, porque este gozo no era fruto de méritos humanos, sino de la gracia y fidelidad divinas. De la misma manera, hoy, nuestra fuerza no reside en nosotros mismos, sino en el gozo que brota de sabernos amados, perdonados y sostenidos por nuestro Dios fiel.

El verdadero gozo en Dios nos fortalece porque nos aleja de nuestros problemas y nos lleva a contemplar la soberanía, el cuidado y las promesas del Padre. Incluso en medio del dolor, este gozo permanece, porque es espiritual, constante y eterno. Nos da el valor para perseverar, la fe para creer y la valentía para vencer.

La alegría del Señor no es una emoción pasajera, sino una convicción profunda. Nos permite afrontar los desafíos con esperanza y vivir con gratitud, incluso cuando todo parece estar en nuestra contra. Si te sientes débil hoy, busca la presencia de Dios. Alaba, ora y medita en la Palabra. Allí encontrarás la alegría que renueva tus fuerzas y transforma tu corazón.

No dejes que las circunstancias definan tu fuerza. Deja que el gozo en el Señor sea tu fuente constante de renovación.

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Renueva tus fuerzas en la presencia de Dios

El gozo del Señor proviene de la intimidad con él. Reserva tiempo cada día para estar con Dios. Ora, alaba y lee la Palabra.

La gratitud es un ejercicio espiritual que activa el gozo. En lugar de centrarte en lo que te falta o en lo que es difícil, da gracias por lo que Dios ya ha hecho y por lo que hará.

Cuando te ataque el desánimo, habla las promesas de la Biblia en voz alta. Versículos como Nehemías 8:10, Salmo 28:7 o Filipenses 4:13 son anclas en medio de la tormenta.

Para orar:

Señor, renueva en mí tu gozo, que es mi fuerza. Ayúdame a confiar en tu cuidado y a mantener mi corazón firme en ti. Que tu presencia sea mi refugio y fuente de esperanza. Enséñame a vivir con gratitud y fe, sabiendo que me fortaleces en ti. En el nombre de Jesús, amén.

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