
¿Alguna vez te has sentido perdido, impotente o con miedo de lo que te depara el futuro? Hay un lugar donde podemos encontrar seguridad y paz, incluso en medio de las tormentas de la vida. En el Salmo 91:1-2, la Palabra de Dios nos recuerda:
El que habita al abrigo del Altísimo morará bajo la sombra del Todopoderoso. Diré yo al SEÑOR: “¡Refugio mío y castillo mío, mi Dios en quien confío!”. (Salmo 91:1-2)
Estas palabras nos invitan a tener una relación íntima con Dios, nuestro Padre amoroso. Él no nos promete que no enfrentaremos dificultades, pero garantiza que cuando buscamos refugio en él, encontramos protección, consuelo y fuerza para seguir adelante.
Habitar en el lugar secreto del Altísimo significa confiar completamente en Dios, entregándole nuestros miedos, preocupaciones y sueños. No se trata solo de acudir a él de vez en cuando, sino de vivir en su presencia, como quien encuentra un hogar seguro al que siempre podrá regresar.
Cuando hacemos del Señor nuestro refugio, aprendemos que no estamos solos. Él es una fortaleza que nunca será sacudida, incluso cuando todo a nuestro alrededor parezca desmoronarse. En Dios hay descanso para el alma cansada y coraje para afrontar los desafíos.
Hoy puedes elegir confiar. Declare con fe: “¡El Señor es mi refugio y mi fortaleza!” Él está listo para cuidar de ti, proteger tu viaje y renovar tus fuerzas. Bajo la sombra del Altísimo, siempre estarás a salvo.
Protegido por Dios
Busca la Presencia de Dios: reserva un tiempo para orar, leer la Biblia y fortalecer tu intimidad con el Señor.
Confía en los planes de Dios: entrega tus miedos y preocupaciones, sabiendo que él es fiel para cuidar de ti.
Para orar:
Señor, tú eres mi refugio y fortaleza. En ti encuentro paz y seguridad. Entrego mis miedos, preocupaciones y sueños en tus manos. Ayúdame a confiar plenamente en ti y buscar tu presencia todos los días. Fortalece mi fe y guía mis pasos. Gracias por tu protección y amor infinito. Amén.
Declara tu fe en Dios: afirma con palabras y acciones que el Señor es tu fortaleza y fuente de seguridad.
Para orar:
Señor, tú eres mi refugio y fortaleza. En ti encuentro paz y seguridad. Entrego mis miedos, preocupaciones y sueños en tus manos. Ayúdame a confiar plenamente en ti y buscar tu presencia todos los días. Fortalece mi fe y guía mis pasos. Gracias por tu protección y amor infinito. Amén.
Salmos de protección: 11 peticiones a Dios contra todo mal
En el Libro de los Salmos encontramos muchas peticiones de protección a Dios ante el peligro. Pero el salmista no se limitó a pedir, sino que expresó también su confianza en el poder protector de Dios. Usemos las siguientes citas de los Salmos para fortalecer nuestra fe y para afianzar nuestra confianza en Dios. ¡Él es nuestro protector!
Salmo 121: El Señor es tu protector
El SEÑOR es tu protector;
el SEÑOR es tu sombra a tu mano derecha.
El sol no te herirá de día
ni la luna de noche.
El SEÑOR te guardará de todo mal;
él guardará tu vida.
El SEÑOR guardará tu salida y tu entrada desde ahora y para siempre.
(Salmo 121:5-8)
Salmo 91: Al abrigo del Altísimo
El que habita al abrigo del Altísimo morará bajo la sombra del Todopoderoso.
Diré yo al SEÑOR:
“¡Refugio mío y castillo mío,
mi Dios en quien confío!”.
Porque él te librará
de la trampa del cazador
y de la peste destructora.
Con sus plumas te cubrirá,
y debajo de sus alas te refugiarás;
escudo y defensa es su verdad.
(Salmo 91:1-4)
Salmo 140: El Señor te guarda
Guárdame, oh SEÑOR, de manos del impío;
protégeme del hombre violento,
quienes han planeado trastornar mis pasos.
Dije al SEÑOR: “¡Tú eres mi Dios!”. Escucha, oh SEÑOR, la voz de mis ruegos.
Oh Dios, oh SEÑOR, fortaleza
de mi salvación,
tú cubres mi cabeza en el día
de la batalla.
Oh SEÑOR, no concedas al impío sus deseos;
ni saques adelante sus planes,
no sea que se enorgullezca.
(Salmo 140:4 y 6-8)
Salmo 27: No tienes que temer
El SEÑOR es mi luz y mi salvación;
¿de quién temeré?
El SEÑOR es la fortaleza de mi vida; ¿de quién me he de atemorizar?
Cuando se acercaron a mí
los malhechores,
mis adversarios y mis enemigos para devorar mis carnes,
tropezaron y cayeron.
Aunque acampe un ejército contra mí,
mi corazón no temerá.
Aunque contra mí se levante guerra, aun así estaré confiado.
Una cosa he pedido al SEÑOR; esta buscaré:
que more yo en la casa del SEÑOR todos los días de mi vida,
para contemplar la hermosura del SEÑOR
y para inquirir en su templo.
Porque en su enramada me esconderá en el día del mal;
me ocultará en lo reservado de
su tabernáculo;
me pondrá en alto sobre una roca.
(Salmo 27:1-5)
Comentarios
Publicar un comentario