Si caen, el uno levanta al otro.
¡Ay del que cae y no tiene quien lo levante!
(Eclesiastés 4:10)
La amistad puede ser constructiva y edificadora cuando andamos juntos en el camino de la fe.
No es bueno que estemos aislados, ya que formamos parte de un cuerpo.
No es agradable estar solo, aislado, sin tener nadie con quien compartir las alegrías y las tribulaciones.
En una amistad saludable un amigo puede auxiliar al otro.
Si uno cae, el otro lo ayuda a levantarse.
Por eso es importante que cultivemos la comunión con nuestros hermanos en Cristo.
La verdadera amistad es aquella que te impulsa a buscar más a Dios.
Algo que debes recordar es que aun cuando estamos solos, Jesús es nuestro mejor amigo.
Cristo nunca nos desampara y el Espíritu Santo consuela nuestro corazón.
En el caminar de la fe surgirán oportunidades para conocer otros hermanos y construir amistades centradas en Jesús.
Amigos en la fe.
Procura amistades que edifiquen tu fe.
De esta forma ambos se fortalecerán.
Si uno de tus amigos tiene un problema, intenta ayudarlo.
Puede que en el futuro necesites de una mano amiga.
Anima a tus amigos a que busquen a Dios.
Un buen amigo edifica la fe del otro.
Para orar:
Señor, tú eres mi mejor amigo.
Tu sacrificio me salvó y alcanzó a muchas otras personas.
Hoy tengo amigos más allegados que hermanos.
Muchas gracias, Señor. Amén.
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