
—Señor —respondió—, no tengo a nadie que me meta en el estanque mientras se agita el agua y, cuando trato de hacerlo, otro se mete antes.
Ese hombre llevaba 38 años paralítico.
No sabemos los detalles de esa triste historia, pero el hecho es que la parálisis había condicionado su vida a una cama durante mucho tiempo.
Infelizmente, cuando alguien enfrenta una situación dolorosa o limitadora, puede llegar a cerrarse y a llenarse de amargura y de rencor. La tendencia es de enfocarse siempre en el lado negativo de la vida.
Es posible que el paralítico hubiera oído hablar de Jesús, pero no fue capaz de responderle la pregunta: «quieres quedar sano?»
Su enfoque estaba en su condición deplorable - «pobre de mí que no tengo quien me ayude»...
Pero, ¿cuántas veces no hemos hecho nosotros lo mismo?
Olvidamos que Dios está a nuestro lado y nos encerramos en nuestro mundito triste y vacío, abarrotado de problemas.
Cuando suceden cosas difíciles que nos desafían o nos traen más de lo que queremos soportar, somos tentados a disculparnos con frases como estas:
«Esto es demasiado difícil para mí.»
«No tengo a nadie que me pueda ayudar.»
«No aguanto más, son demasiados los problemas en mi vida.»
«Parece que a mí me pasan todas las cosas malas.»
¡Para un momento!... Deja de murmurar y de disculparte por los problemas: ¡mira a Jesús, escúchale y da un paso de fe!
Él es fiel y tiene todo el poder! Cree:TODO es posible para el que cree.
Para orar:
Señor Dios, quiero poner mis ojos en ti y no en los problemas de esta vida.
A veces es muy difícil, Jesús, pero no quiero reclamar ni poner excusas.
Quita toda amargura de mi corazón y toda parálisis de mi vida.
Aumenta mi fe, dame fuerzas y alegría para enfrentar todo, confiando que tú puedes hacer todas las cosas y que cuidas de mí. Gracias,
Padre. En el nombre de Jesús, amén.
Comentarios
Publicar un comentario