Ninguna palabra obscena salga de su boca sino la que sea buena para edificación, según sea necesaria, para que imparta gracia a los que oyen. (Efesios 4:29)
Nuestra boca es un instrumento importante para llevar la palabra de salvación. Es justamente por eso que debemos medir lo que hablamos y pensar si nuestra boca es un canal de bendición o maldición.
Con nuestra lengua podemos curar o herir. Nos corresponde a nosotros escoger lo que extendemos con nuestra boca. Conscientes de esa responsabilidad, debemos controlar nuestra boca para que hablemos lo que realmente queremos decir. La Biblia nos puede ayudar a desarrollar nuestro autocontrol. Y la Biblia, además de ser una fuente de sabiduría, contiene palabras que curan y salvan.
Cuando nos alimentamos de la Palabra de Dios comenzamos a hablar de lo que hay en nuestro corazón. Aun más, empezamos a comportarnos conforme a la Palabra así que nuestros hechos hablan por sí mismos, no solo nuestras palabras. ¡Que tu boca sea un canal de bendición!
Sé un canal de bendición:
Evita hablar demasiado, piensa antes de hablar. Escoger lo que vamos a decir nos ayuda a actuar con sabiduría.
Olvida la "crítica constructiva". Habla palabras que levanten a tu hermano. Para construir no es necesario criticar, pero sí puede ayudar indicar soluciones.
La Biblia es la mayor fuente de sabiduría que puedes encontrar. Aquel que se alimenta de sus palabras es un canal de bendición.
Para orar:
Señor, vuélveme un instrumento en tus manos. Usa mi boca como un canal de tus buenas nuevas. De ti recibo bendiciones. Que yo pueda compartir con mi boca tu amor y tu favor. Amén.
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