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PERCIBIR NUESTROS ANHELOS MÁS PROFUNDOS, PRIMERA PARTE: LA IMPORTANCIA PROPIA

Según la Biblia, el problema más grande del hombre es su separación de Dios. 

Este problema se resuelve cuando nos arrepentimos de nuestros pecados y recibimos a Cristo como nuestro Salvador.
 
El hacer esto nos lleva a una relación correcta con Dios, pero pronto descubrimos que tenemos otros problemas.
 
Tenemos problemas internos tales como la ira, los celos, el resentimiento, la ansiedad, los sentimientos de inferioridad y otros similares. 

La razón de estos problemas es que tenemos necesidades profundas que no han sido suplidas.

La Necesidad Interna Más Profunda del Hombre
 
Aparte de la salvación, la necesidad más profunda de cada persona es verse a sí misma como un ser humano valioso. Para que yo me vea como persona valiosa, deben estar presentes en mi vida dos elementos:
 
1. Debo Tener Sentido de Importancia Propia. Esto quiere decir que debo tener un propósito en mi vida tan importante como para que yo sienta que mi vida vale la pena.
 
2. Debo Tener Seguridad. Esto significa que debo tener la seguridad de ser amado y aceptado por alguien que es importante para mí.
 
En esta lección veremos cómo Dios suple la necesidad de importancia propia y en la siguiente veremos cómo Él llena nuestra necesidad de seguridad.
 
La Necesidad Profunda del Hombre de Tener Importancia Propia
 
Si pudiésemos escuchar los pensamientos más profundos de una persona, podríamos oír cosas como ésta:

Mi vida parece tan vacía e inútil. Si sólo sintiera que valgo la pena. Quisiera realizar algo importante. Deseo que mi vida cuente. 

Si sólo pudiera ser alguién de importancia, tal vez podría estar contento conmigo mismo y aceptarme. 

Entonces quizás otras personas me querrían y me aceptarían también.
Cuando Dios creó al primer hombre y a la primera mujer, puso en ellos un deseo y un anhelo de sentir que sus vidas contaban para algo. 

Dios les dio a Adán y Eva el trabajo de cuidar el huerto que Él había plantado para ellos. 

Tenían una comunión diaria con su Creador. 

Tenían significado verdadero porque sabían que eran parte del gran plan de Dios para el mundo.


Pero Adán y Eva se rebelaron contra Dios. En lugar de hacer la voluntad de Dios y ajustarse a sus planes, escogieron desobedecer a Dios. 

Esta decisión afectó a toda la humanidad porque Adán y Eva transmitieron su naturaleza egoísta e independiente a toda la raza humana. 

La Biblia dice:
 
Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino. . . (Isaías 53:6).
 
Porque ha rechazado la autoridad de Dios y el plan de Dios, el hombre ya no tiene un propósito en su vida que lo hace sentir que vale la pena. 

El hombre se empeña en muchas cosas en su esfuerzo por satisfacer su necesidad de importancia.
 
La Biblia nos cuenta de un hombre que tenía todo lo que su corazón podía desear. 

Su nombre era Salomón. 

Fue rey de Israel después de David. 

Fue el rey más sabio y más rico que jamás haya vivido.
 
En el libro de Eclesiastés, Salomón relata cómo acumuló plata y oro en cantidad incontable. Usando su gran riqueza y poder, se dedicó a realizar muchos proyectos. 

Plantó jardines y huertos, levantó ciudades y un palacio muy lujoso. Su proyecto más grande fue edificar el templo del Señor. 

Fue el más costoso y magnífico edificio que el mundo haya visto.
 
Sin embargo, con todas sus posesiones y sus éxitos, 

Salomón no estaba contento. Sus anhelos más profundos no habían sido satisfechos. Salomón dijo:
 
Miré yo luego todas las obras que habían hecho mis manos, y el trabajo que tomé para hacerlas; y he aquí, todo era vanidad y aflicción de espíritu . . . Aborrecí por tanto, la vida . . . (Eclesiastés 2:11, 17).
 
En nuestros tiempos la gente también está buscando algo que llene su sentido de importancia. Algunos trabajan mucho para acumular dinero, porque sienten que el dinero les da importancia. 

Pero el dinero no puede satisfacer nuestros más profundos anhelos.
 
Otras personas buscan satisfacer los deseos de su corazón acumulando cosas tales como casas, automóviles y terrenos. 

Pero las “cosas” nunca podrán satisfacer los anhelos profundos de nuestro corazón. 

El Señor Jesús dijo:
 
. . . la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee (Lucas 12:15).
Cómo llena Dios Nuestra Necesidad de Sentirnos Importantes
 
Dios hizo al hombre con la necesidad de sentirse importante y con la necesidad de un propósito duradero en la vida. Pero el hombre no puede satisfacer esta necesidad por sí mismo. Sólo Dios puede llenarla.
 
La forma en que Dios llena nuestra necesidad de importancia es ésta: Nos pone en Cristo. Hace a cada creyente un miembro vital del cuerpo de Cristo. Dios da a los creyentes dones espirituales y oportunidades para usarlos. 

Así, cada creyente es importante porque llega a ser parte del gran plan eterno de Dios.

Vamos a considerar algunas verdades de la Biblia relacionadas con el plan de Dios para nosotros: Cada creyente es un miembro del cuerpo de Cristo.
 
En el libro de Efesios, Dios nos dice que todos los cristianos somos miembros del cuerpo de Cristo. 

Tal como nosotros vivimos y trabajamos por medio de nuestro cuerpo, así también el Señor Jesús lleva a cabo su obra mediante “Su cuerpo”. 

Cada creyente nacido de nuevo es diferente, pero cada uno es miembro del cuerpo de Cristo y por lo tanto, es importante.
 
En el cuerpo tenemos muchos miembros diferentes, como ojos, oídos, manos y pies. Cada miembro es diferente a los demás, pero cada uno tiene una función vital en el cuerpo. 

Las manos no pueden ocupar el lugar de los ojos y los ojos no pueden cumplir la función de las manos. 

Pero cada miembro del cuerpo es importante.

Cada creyente tiene una función vital en el cuerpo de Cristo.
 
Igualmente el cuerpo de Cristo tiene muchos miembros. 

Cada miembro es diferente de los otros miembros, pero cada uno desempeña una función vital. 

La Biblia dice que el cuerpo de Cristo se va edificando en amor unido por todas las coyunturas que se ayudan mutuamente(Efesios 4:16).
 
Dios habilita a cada creyente para que haga el trabajo al que Él le llama.
 
Dios no solamente tiene un trabajo para cada creyente, sino que también le capacita para realizarlo. Todo creyente recibe algún don del Espíritu Santo con el fin de que pueda contribuir al crecimiento y salud del cuerpo de Cristo. 

La Biblia dice:
 
Pero a cada uno le es dada la manifestación del Espíritu para provecho (de todo el cuerpo) (1 Corintios 12:7).
 
Dios provee a cada creyente la oportunidad para servirle.
 
De acuerdo con el plan de Dios, la iglesia local debe funcionar como el cuerpo de Cristo en cada lugar. 

Cada creyente debe asistir a una iglesia que esté basada en la Biblia y que exalte a Cristo. 

Es en la iglesia local donde puedes aprender cuál es tu don y cómo usarlo.


La iglesia local no es el único lugar donde puedes servir a Dios. Muchos cristianos son testigos efectivos para Cristo en el lugar donde trabajan. 

Algunos tienen estudios bíblicos en sus casas. 

Otros entregan su vida para servir a Dios como misioneros. 

También hay otros que están ganando personas para Cristo y sembrando en ellas la Palabra de Dios usando lecciones bíblicas por correspondencia, tales como estas lecciones, “Del Buzón del Correo”. 

Las oportunidades de servir son casi ilimitadas, pero tú debes averiguar qué es lo que Dios desea que tú hagas.
 
No Estamos en Competencia con Otros Cristianos
 
Nuestro servicio al Señor puede compararse a una carrera. 

La Biblia dice:
 
. . . corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante (Hebreos 12:1).


Es importante darnos cuenta de que no estamos compitiendo con otros cristianos. Un hermano dijo:
 
“Dios no sólo ha hecho a cada creyente diferente, sino que nos ha dado a cada uno una pista especial para correr y no estamos compitiendo con nadie. 

Dios no puso en una sola pista a todos los cristianos ni dijo: —Bueno, a ver quién gana—. 

Él ha dado a cada creyente una pista propia y nos ha dicho: —Corre la carrera que yo he puesto delante de ti—. 

Así que, lo único que tengo que hacer es encontrar mi pista (la voluntad de Dios para mi vida) y correr mi carrera”.
 
¿Cómo Puedo Encontrar el Trabajo que Dios Tiene para Mí?
 
En Cristo, Dios ha provisto a cada creyente una oportunidad de servirle. 

Si no has encontrado el trabajo que Dios tiene para ti, no estás cumpliendo Su propósito para tu vida.
 
Si te preguntas por qué no has encontrado el trabajo que Dios tiene para ti, podría ser porque nunca te has entregado completamente a Él. 

Dios no le pide a cada cristiano que deje a un lado su empleo y predique el Evangelio de tiempo completo, pero sí pide a cada uno de nosotros que estemos totalmente consagrados a Él.

Debemos entregarle nuestro ser completamente a fin de que podamos comprobar “cuál es esa buena voluntad de Dios, agradable y perfecta”. 

Este es nuestro “culto racional”. 

La Biblia dice:

Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional. 

No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta (Romanos 12:1–2).

Dios nos ha comprado con la sangre de Su propio Hijo. Le pertenecemos. 

Por lo tanto es razonable que le entreguemos lo que por derecho a Él le pertenece.
 
La Sra. Hanna Whitehall Smith, autora del conocido libro: “El Secreto del Cristiano para una Vida Feliz”, cuenta como ella le explicó a un amigo el significado e importancia de la consagración:


Yo estaba tratando de explicarle a un médico que tenía a su cargo un gran hospital, la necesidad y el significado de la consagración, pero él parecía incapaz de entender. 

Al fin le dije: —Suponte que en una de las rondas entre tus pacientes, un hombre te ruega fervientemente que tú te hagas cargo de su caso y lo sanes, y al mismo tiempo se rehuse decirte cuáles son todos sus síntomas y a tomar todo lo que le recetes, y te dijera además:

“Estoy dispuesto a seguir sus instrucciones en algunas cosas que a mí me parecen buenas, pero en otras, prefiero decidir por mí mismo y seguir mis propias ideas”.

—¿Qué harías en un caso así? —le pregunté.


—¿Hacer? —¡replicó el médico indignado! — Lo que haría sería dejar a ese hombre a que se las arregle como pueda. Porque desde luego, —agregó —, no podría hacer nada por él a menos que entregara todo el caso en mis manos sin reservas y que siguiera mis instrucciones al pie de la letra. 

—¿Entonces, es necesario que los médicos sean obedecidos para que haya posibilidad de sanar a sus pacientes? —le pregunté.

—¡Obedecidos incondicionalmente!—fue su enfática respuesta. —Y esto es la consagración,— continué yo—. Debemos poner nuestro caso completamente en las manos de Dios sin reserva alguna y seguir Sus instrucciones incondicionalmente.

¡Ahora entiendo! —exclamó. Lo entiendo y lo haré. Dejaré a Dios hacer lo que quiere en mi vida de ahora en adelante.

Si tú no sueltas las riendas de tu vida, Dios no podrá usarte. Hagamos el caso que le regalas un libro a un amigo pero tu mano lo sigue sujetando. 

¿Podrá tu amigo usar el libro? 

No, no podrá usarlo hasta que quites tú la mano. 

Y Dios no puede usar tu vida hasta que hayas soltado las riendas de ella y te hayas entregado totalmente a Él.
 
La Verdadera Importancia Propia
 
La verdadera importancia no viene del dinero ni de las posesiones. 

No viene por haber realizado grandes obras. 

No viene de la fama ni del elogio de los hombres. Todo eso se perderá con el tiempo. 

La Biblia dice:
 
¿Y tú buscas para ti grandezas? 

No las busques . . . (Jeremías 45:5).

La importancia propia viene de haber encontrado la misión que Dios tiene para mí en el cuerpo de Cristo y de hacerla. 

En Cristo, Dios ha provisto a cada creyente con un propósito lleno de significado para su vida.


Cuando me rindo completamente a Él para hacer Su voluntad, llego a ser una parte del plan eterno de Dios y entonces, sé que soy valioso.
 
Puede ser que yo no tenga dinero ni posesiones, o que no sea muy conocido. Puede ser que no tenga éxito en los negocios, pero puedo disfrutar del placer de pertenecer a Aquél que rige el universo. Puedo conocer la satisfacción profunda que viene de hacer Su voluntad y puedo saber que mi vida valdrá en la Eternidad. 

La Biblia dice:
 
Y el mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre (1 Juan 2:17).

No hay nada más importante y más satisfactorio para mí, como hijo de Dios, que estar en el lugar que Dios ha escogido, haciendo el trabajo que Él tiene para mí. 

Habrá, sin duda, momentos en que yo no me sienta una persona valiosa. 

Pero no voy a vivir según mis sentimientos; voy a vivir por fe en las realidades de Dios.

¿Recuerdas el principio de “Los Hechos (la Realidad), La Fe y Los Sentimientos”? Es éste: Voy a poner mi fe en las verdades de Dios y dejar que mis sentimientos vengan como quieran.

Las verdades de Dios:
 
Soy una persona valiosa porque soy miembro del cuerpo de Cristo. Dios tiene para mí una misión de suma importancia y me ha dado el Espíritu Santo para capacitarme para hacer lo que 

Él quiere que haga.

Mi fe: “Señor, te doy gracias por haberme dado un lugar vital en el cuerpo de Cristo. 

Confío en Ti para que me muestres el trabajo que Tú tienes para mí y que me capacites para hacerlo”.

Mis sentimientos:
 
Tengo gozo y paz sabiendo que soy una persona valiosa.




“El que perdona la ofensa cultiva el amor; el que insiste en la ofensa divide a los amigos. 
En todo tiempo ama el amigo
y es como un hermano en tiempo de angustia.
” (Biblia Reina Valera de 1995 -  texto. Proverbios 17:9,17.)  
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