Quiero compartirles a ustedes una odisea que mi familia (esposa,mi hijo y mi mamá) y mis dos amigos que nos visitaban del exterior.
Fuimos a un lugar serca de la Costa del Occidente del país, una playa muy conocida, (Costa Azul) un lugar para disfrutar, y descansar con la familia y los amigos.
Aprovechando nuestro viaje con nuestros amigos y familia, ellos estaban interesados en adquirir un rancho serca de la playa para vacacionar en el futuro y también para hacer negocios en el país, (El Salvador).
Fuimos a ver diferentes propiedades, muy bonitas, después comimos, nos bañamos en la playa, una agua muy azul y arenas blancas, disfrutamos, y al final del viaje avía que retornar.
Mientras regresábamos a casa durante ese viaje (periodo de vacacion), la Carretera Panamericana Hwy. 101, estaba cerrada debido a que estaban reparando ciertas partes de la Carretera.
Así que , optamos por desviarnos e ir por un camino desconocido para todos.
El camino nos llevó por una parte desolada, fria y montañosa.
Durante casi dos horas después del atardecer, condujimos a través de profundos cañones y mesetas desérticas.
Apenas podíamos divisar algunas luces de autos que perforaban la oscuridad.
Finalmente, la luna salió en el horizonte; y podíamos ver cuando el camino subía a las colinas, pero quedaba eclipsada mientras viajábamos por las tierras bajas de la carretera, al salir a la Carretera principal de Las Flores, en el dept. de Sonsonate en El Salvador.
Mi esposa y mis amigos comentaron que les recordaba la presencia de Dios.
Y que era una panorámica espectacular.
Les pregunté si necesitaban ver para saber que Él estaba allí.
Contestaron: «No, pero sí que ayuda».
En ese instante recordé la gran historia
después de la muerte de Moisés, fue Josué quien heredó el liderazgo de los israelitas y se le encomendó llevarlos a la tierra prometida.
A pesar de esta comisión divina, Josué seguramente se sintió desafiado por semejante tarea, pero Dios le aseguró que estaría con él en esa odisea (Josué 1:9).
El camino de la vida suele pasar por territorios desconocidos.
A veces, no podemos ver claramente lo que tenemos por delante.
El plan de Dios no siempre nos resulta evidente, pero Él prometió estar con nosotros «todos los días, hasta el fin del mundo» (Mateo 28:20).
¿Qué seguridad mayor podríamos desear?
Aun cuando el camino esté oscuro, la Luz está con nosotros.
Señor, gracias por estar cerca de mí, de mi familia y amigos incluso cuando no podemos verte o tocarte.
Recuerda:
Dios está con nosotros
aun cuando no podemos verlo ni tocarlo.
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