Jesús le respondió: Nadie que mire atrás después de poner la mano en el arado es apto para el reino de Dios.
(Lucas 9:62)
El versículo de hoy nos alerta a todos:
¡no debemos mirar atrás!
Jesús estaba explicando a algunas personas que deseaban seguirle que hay un costo para eso.
Aquellos que decidieron en sus corazones servir a Jesús no deben echarse atrás en su propósito.
El que está verdaderamente convertido permanece firme sirviendo al Señor, sin salirse o retroceder en el camino.
No seas inconstante ni añores las cosas de las que Cristo ya te libertó.
La inconstancia prueba que todavía sentimos nostalgia por las cosas del pasado.
En Lucas 17:32 Jesús dijo: "¡Acuérdense de la esposa de Lot!"
Este es un buen ejemplo para demostrar que debemos abandonar definitivamente el pasado lejos del Señor.
Sentirse atraído por las cosas del pasado puede traer frustración, estancamiento y dependencia.
Además de eso, la vida con Dios nos da una invitación diaria para seguir adelante llenos de fe y esperanza en un futuro mejor con Dios.
Mira a Cristo y sé apto para el Reino de Dios:
Si todavía no te has decidido a seguir a Cristo, ora y pídele que te ayude en esta decisión.
Siempre hay dos hipótesis: Jesús, o todos los otros caminos sin él.
La indecisión forma parte del segundo grupo.
Si ya te has decidido por Cristo mantente firme en el camino que es Jesús.
¡Dios está contigo!
Pídele perdón al Señor si todavía añoras la vida pasada lejos de él.
Busca un hermano más maduro en la fe para compartirle sobre tus luchas y dificultades y pídele que te ayude en oración.
Permanece enfocado en la Palabra de Dios y disfruta de la nueva vida en Cristo.
Piensa en esto: el pasado ya no regresará.
Las cosas viejas pasaron y con Dios ¡todo es nuevo!
Asume un compromiso serio con Dios.
¡Hoy es tiempo de comenzar de nuevo!
Para orar:
Señor Dios, ayúdame a mantener los ojos firmes en ti sin mirar atrás.
Gracias por enseñarme a través de tu Palabra a vivir libre del pasado.
Perdóname si a veces añoro volver atrás.
Que yo nunca olvide todo lo que hiciste por mí, que me rescataste de tantas cosas y me has dado una nueva vida en Jesús.
Enséñame a seguirte fielmente sin abandonarte jamás.
Ayúdame a tener una vida fructífera, eficaz y apta para tu Reino.
En el nombre de Jesús te lo pido. Amén.
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