Cuando ustedes oren, no sean como los hipócritas, que aman orar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las calles, para ser vistos por los hombres. De cierto les digo que ya tienen su recompensa. Pero tú, cuando ores, entra en tu habitación, cierra la puerta y ora a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en secreto te recompensará. Y al orar, no usen vanas repeticiones, como los gentiles, que piensan que serán oídos por su palabrería.
(Mateo 6:5-7)
Todos conocemos la oración del Padre nuestro. Jesús nos enseñó esa maravillosa oración, pero antes de eso, él dio algunas instrucciones muy importantes.
Son 2 cosas que debemos evitar al orar:
La hipocresía - «no sean como los hipócritas...» (Mateo 6:5-6)
Las vanas repeticiones - «no usen vanas repeticiones...» (Mateo 6:7-8)
Esto significa que debemos ser sinceros y auténticos cuando hablamos con Dios.
Él sabe todas las cosas. No necesitamos intentar impresionarlo con lo que oramos, no a él ni a los demás. Dios ve el corazón.
Tampoco necesitamos repetir las palabras de forma vacía, mucho menos usando la propia oración del Padre nuestro para eso.
Esa práctica de la repetición es bastante común en las religiones paganas (como los mantras, por ejemplo), pero no debe ser así entre los cristianos.
Nadie convence a Dios por repetir mucho la misma cosa, ni consigue hacer penitencias con esa actitud.
La motivación correcta es importante.
¡Sé siempre auténtico con Dios en oración!
Retira las máscaras y limpia tu corazón delante del Señor.
No repitas siempre la misma cosa como hacen muchos al usar mantras o rezos vanos. Jesús dijo que es inútil.
Eso no significa que debemos ser inconstantes en la oración. Sé sincero, humilde y perseverante en tus oraciones.
Ora sin cesar (1ª Tesalonicenses 5:17).
Considera tus oraciones como una conversación agradable y sincera con tu Padre celestial.
Repasa en la Biblia otros principios valiosos que Cristo nos enseñó sobre la oración.
Para orar:
Señor, nuestro Dios y Padre celestial, gracias por oír las oraciones de tus hijos.
¡Gracias Jesús, por enseñarnos a orar!
Ayúdame a no ser hipócrita y a no repetir inútilmente pedidos y expresiones delante del Padre.
Te agradezco por tu Palabra que siempre nos orienta y nos ayuda en todo lo que hacemos.
¡Que tu nombre, Dios, sea honrado en este día! En el nombre de Jesús, amén.
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