Ir al contenido principal

Tránslate / Traducción

¡Ay de mí! Reconociendo el pecado


Entonces dije: ¡Ay de mí, pues soy muerto! Porque siendo un hombre de labios impuros y habitando en medio de un pueblo de labios impuros, mis ojos han visto al Rey, al SEÑOR de los Ejércitos. (Isaías 6:5)

Fueron muchas las veces en las que Isaías, profeta del Señor, habló palabras de denuncia y condenación a la gente de su tiempo. Isaías fue implacable, logró ver los errores más importantes que alejaban al pueblo de su Dios y los denunció con mucha habilidad, fue algo impresionante.

Sin embargo, la denuncia más importante de su vida no fue contra otras personas, sino contra sí mismo. Cuando Isaías tuvo la visión del trono de Dios, cuando tuvo contacto con el Señor, no le quedó más que reconocer que él mismo era culpable e imperfecto.

La Iglesia de hoy debe tener una actitud similar a la de Isaías. El cristiano necesita poder denunciar los pecados de la sociedad que le rodea, pero sin descuidar jamás el pecado que él mismo comete. ¡El camino, para los demás y para ti, es el del arrepentimiento!

Denuncia y arrepiéntete

¿Puedes identificar el pecado de las personas que te rodean? En tu trabajo, por ejemplo, ¿puedes ver cuando hay chismes? ¡Está atento y expresa tu oposición!

¿Puedes identificar tus propios pecados? ¿Pretendes que no existen o te arrepientes de verdad?

Para orar:

Señor, mi Dios, que estás sentado en el trono de la gloria, te pido que tu Espíritu Santo le revele a mi corazón los pecados que he cometido. Perdóname por mi arrogancia y ayúdame a posicionarme ante la sociedad. En el nombre de Jesús, amén.

Comentarios

NOVEDADES

Caminando con Cristo

Muchas veces, en nuestro caminar con Dios, podemos sentir que todavía estamos lejos de ser perfectos. Nos enfrentamos a luchas, fracasos y momentos en los que pensamos que no estamos progresando como nos gustaría.  Pero el apóstol Pablo nos recuerda en Filipenses 3:12-14 que no importa cuán imperfectos seamos o cuántos errores hayamos cometido en el pasado, Dios nos llama a seguir adelante. No que lo haya alcanzado ya, ni que ya sea perfecto; sino que prosigo, por ver si logro asir aquello para lo cual fui también asido por Cristo Jesús. Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús. (Filipenses 3:12-14) No necesitamos quedarnos estancados en el pasado. En Cristo, tenemos una nueva oportunidad cada día. Lo más importante es seguir avanzando, manteniendo siempre la mirada fija en el objetivo, que es n...

Dios puede animar tu día

Hoy compartimos una verdad transformadora: el poder de Dios es capaz de animar tu vida diaria. En medio de la adversidad, es reconfortante saber que tenemos un Dios que está siempre a nuestro lado, dispuesto a fortalecernos y animarnos. La Palabra de Dios asegura en Isaías 41:10: Así que no temas, porque yo estoy contigo; no te angusties, porque yo soy tu Dios. Te fortaleceré y te ayudaré; te sostendré con mi diestra victoriosa. (Isaías 41:10) Es una promesa fortalecedora que muestra que Dios no solo está con nosotros, sino que también nos permite vencer los desafíos. Cuando el día se sienta pesado, recuerda Filipenses 4:13: "Todo lo puedo en Cristo que me fortalece". No nos enfrentamos solos a los desafíos: el Señor nos acompaña y nos capacita para superar cualquier situación. Además, cada mañana la misericordia de Dios es nueva (Lamentaciones 3:22-23), brindándonos un nuevo día lleno de oportunidades para experimentar el amor y el aliento divinos. Por tanto, deja tu día en ...

Con Cristo, todo el año es un año nuevo

Hermanos, no pienso que yo mismo lo haya logrado ya. Más bien, una cosa hago: olvidando lo que queda atrás y esforzándome por alcanzar lo que está delante, sigo avanzando hacia la meta para ganar el premio que Dios ofrece mediante su llamamiento celestial en Cristo Jesús. (Filipenses 3:13-14) El final del año es por lo general un momento de conmemoración, aunque no para todos. Para algunas personas pensar en el próximo año puede causar desánimo: "da igual, todos los años son iguales". No todos actúan de la misma manera ante la expectativa de un año nuevo. La mejor manera de romper con el desánimo es ser sincero con Dios. No hay nada mejor que abrir el corazón y exponer tus expectativas antes del "cambio de año". Dios es misericordioso, él nos oye, y es eso lo que desea que hagamos. Solo el Espíritu Santo es capaz de calmarnos y de confortarnos. ¡Permítele que lo haga! Sé sincero contigo y reconoce todo lo que Dios ha hecho en tu vida. Desarrollar un corazón agradeci...