Ir al contenido principal

Tránslate / Traducción

Ser próspero y agradecido con lo que se tiene

Lo que ganes con tus manos, eso comerás; gozarás de dicha y prosperidad.

(Salmo 128:2)


En la sociedad de hoy a menudo nos vemos envueltos en una carrera constante en búsqueda del crecimiento profesional y financiero. 

Debido a esto, muchas veces olvidamos todo lo que Dios ya ha provisto en nuestras vidas.


Todo trabajo dignifica, no importa cuán sencillo sea. Vivimos en un mundo desigual donde muchas personas pasan por dificultades. 

Está claro que queremos proveer mejores condiciones para nuestra familia, pero no podemos olvidar que ya somos prósperos con lo que tenemos. 

Dios nos bendecirá en el momento adecuado. 

El primer paso para que haya crecimiento en nuestras vidas es reconocer y agradecer todo lo que Dios ya ha hecho por nosotros.


Todo lo que hagas, sea en tu tiempo de ocio o en el trabajo, hazlo para que Dios sea glorificado. 

Si te encuentras en una condición de trabajo que no es óptima, lleva esa situación delante de Dios en oración y espera a que él obre. 

Mientras tanto, continúa dando un buen testimonio. 

Confía en que Dios proveerá lo necesario en el momento preciso.


Cómo ser feliz en el trabajo:

Trabaja consciente de que Dios está siempre contigo. 

Haz tu trabajo como si fuese un servicio a Dios.

Vive el evangelio de una forma práctica en el trabajo - con tu actitud más que con tus palabras. 

De nada sirve hablar de Dios sin hacer lo que se debe.

Comparte con Dios tus sueños y tu deseo de crecer. 

Él es el mejor consejero y él quiere bendecirte.


Para orar:

Señor, te quiero agradecer por el trabajo que has puesto en mis manos. 

Gracias por darme todo lo necesario para proveer el pan en mi casa. 

Ayuda aquellos que pasan por dificultades de la misma forma en que me has ayudado. 

Quiero crecer, desarrollarme y bendecir tu nombre. 

Muchas gracias, Papá.


Comentarios

NOVEDADES

Regocijaos en el Señor

Regocijaos en el Señor siempre. Otra vez digo: ¡Regocijaos! (Filipenses 4:4) Jesús es el motivo de mi sonrisa, porque en su presencia encuentro la verdadera alegría. No es una alegría pasajera que depende de las circunstancias, sino una paz duradera que trasciende las dificultades. En medio de las dificultades de la vida, puedo confiar en que él está a mi lado, tomándome de la mano y guiándome por el camino seguro. La sonrisa que Jesús pone en mi rostro es un reflejo de su amor inconmensurable. Cuando miro la cruz, recuerdo el sacrificio que él hizo por mí y mi corazón se llena de gratitud. Él me amó primero, incluso cuando todavía estaba perdido. Este amor incondicional me sostiene y me da fuerzas para afrontar cada nuevo día con esperanza. Las promesas de Jesús son fuentes de alegría. Él nos prometió vida abundante y en su palabra encuentro consuelo y dirección. Cuando estoy cansado, encuentro descanso en sus brazos. Cuando estoy triste, él es mi alegría. Cuando soy débil, él es mi f...

¿Qué debo hacer cuando no logro entender?

Lo secreto le pertenece al Señor nuestro Dios, pero lo revelado nos pertenece a nosotros y a nuestros hijos para siempre, para que obedezcamos todas las palabras de esta ley. (Deuteronomio 29:29) Moisés llegaba al final de su vida. Él estaba consciente de que moriría poco después sin lograr entrar a la "Tierra Prometida". En sus últimas palabras para el pueblo de Israel, él afirmó que existen cosas encubiertas para nosotros. Son cosas que no entenderemos jamás en esta vida, pues huyen a nuestra comprensión humana. Hay tres actitudes que nos pueden ayudar a lidiar con lo que no logramos entender: Confianza - Aun cuando no entendamos lo que sucede, podemos confiar en el Señor, pues sabemos que él conoce lo que es mejor para nosotros. Obediencia - No necesitamos entender para obedecer. La confianza nos lleva a obedecer aunque no entendamos todo. Humildad - Obedecer sin comprender, también exige humildad. La humildad nos ayudará a aceptar aquello que no entendemos. Confía y obede...

Conectado con Dios

En el mundo acelerado en el que vivimos, es fácil quedar atrapado en las redes sociales, los juegos, la música y todas las distracciones que nos ofrece la vida moderna.  Pero como cristianos, es esencial que recordemos este versículo: Clama a mí y te responderé; te daré a conocer cosas grandes e inaccesibles que tú no sabes. (Jeremías 33:3) La tecnología nos permite estar conectados con el mundo, pero a veces nos olvidamos de conectarnos con Dios. Él siempre está dispuesto a escuchar nuestras oraciones, responder nuestras preguntas y revelarnos maravillas que van más allá del entendimiento humano. La oración es nuestra conexión directa con Dios. Conectarnos con Dios no significa abandonar nuestra vida cotidiana, sino que lo incluimos en todos los aspectos de la misma. Al comenzar el día con oración, dar gracias por sus bendiciones, buscar su guía en tiempos de duda y compartir su mensaje de amor y esperanza con los demás, estamos verdaderamente conectados con Dios. A medida que bus...