Así dice el Señor: ¡Maldito el hombre que confía en el hombre! ¡Maldito el que se apoya en su propia fuerza y aparta su corazón del Señor! (Jeremías 17:5)
Sucede a veces que desarrollamos relaciones tóxicas en las cuales la dependencia (emocional, aceptación, aprobación, financiera, nuestro significado, etc.) nos hace recurrir más a las personas y menos a Jesús.
Nuestros cónyuges, novios, amigos, "influencers", y hasta cierto tipo de líderes y pastores se convierten en una especie de ídolo (o gurú) dentro de nuestro corazón tomando el lugar de Dios.
Puedes tener la certeza de que las relaciones de ese tipo tienden a tornarse enfermizas y acarrean diversos problemas.
Dios sabe que nos frustraremos si confiamos ciegamente en lo que es imperfecto y limitado.
Por eso, él nos enseña en las Escrituras a confiar totalmente en él para nuestro propio bien.
Liberándote de la dependencia.
Medita un poco y pídele a Dios que te ayude a notar si has confiado más en las personas que en él mismo.
Cuidado con las relaciones tóxicas. Ellas aprisionan. Dios te llamó a la libertad en Cristo.
No es casualidad que se llama "maldito" a aquel que desprecia a Dios confiando más en personas mortales, limitadas y pecadoras como somos todos.
Confiar en el hombre en lugar de confiar en Dios acabará siempre mal.
Es cierto que necesitamos de las personas, pero debemos depender solo de Dios.
Puedes contar con tus familiares, tus hermanos en Cristo y amigos ya que son bendiciones en tu vida. Pero vigila que Dios esté siempre por encima de todo.
Para orar:
Señor mi Dios, ayúdame a depender solo de ti en todo.
Que tú seas el centro de mi corazón y el primero en todo.
Libérame de relaciones tóxicas que me causan mal y me alejan de ti .
Te agradezco porque eres digno de toda confianza.
Tú eres el ancla de mi alma, el autor y sustentador de mi fe.
En el nombre de Jesús, amén.
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