Porque el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos. (Marcos 10:45) Con frecuencia deseamos reconocimiento, éxito o comodidad en nuestra vida diaria. Vivimos en una cultura que valora ser servido, estar en la cima y recibir aplausos. Pero Jesús, el Rey de reyes, el Hijo del Dios altísimo, eligió un camino completamente opuesto. En ese versículo, Jesús nos confronta con una verdad que revoluciona el mundo: el mayor en el reino de Dios es el que sirve. Jesús no vino con una corona de oro, sino con una toalla a la cintura, lavando los pies de los pecadores. No exigió tronos, sino que se entregó en la cruz. La palabra "rescate" que se usa aquí tiene un peso eterno. Significa que la vida de Jesús fue el precio pagado para liberarnos de la esclavitud del pecado. El Dios que podía exigirnos todo, eligió darlo todo por nosotros. No servimos por conveniencia. Servimos porque fuimos servidos primero. Amamos porque fuimos amados...
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