(1 Corintios 1:18)
Para cualquier judío era una locura imaginar que el tipo de muerte más despreciable y vergonzosa, en una cruz, sería el medio por el cual el Mesías concedería la salvación.
De igual modo, era totalmente absurdo para los griegos, amantes de la sabiduría y "filósofos", considerar que algo era más poderoso que su conocimiento.
Para los romanos y muchos otros gentiles, el gran anhelo estaba en el poder de las riquezas y las posesiones. De la misma forma, hay muchas personas hoy que se apegan a la religiosidad, al intelectualismo o a la ambición de bienes materiales, como su meta o prioridad en la vida.
Hay muchos que todavía consideran una locura el mensaje de la cruz y se aferran a los recursos humanos.
¡Pero la cruz es poder de Dios para los creyentes!
No te equivoques: ninguna bondad, sabiduría o riqueza humana es capaz de dar garantías en esta vida o en la próxima.
Parece raro, pero solo hay una manera de tener una vida con sentido y significado: a través de la fe en Jesucristo y en su obra redentora en la cruz.
¡No desprecies el poder del mensaje de la cruz!
Deposita tus riquezas a los pies de Jesús
¿Qué es lo que consideras más valioso en esta vida?
Medita un instante: ¿es por eso que le dedicas tanta fuerza, tanto tiempo, tu vida?
Ora y entrégate completamente al Señor, sin reservas.
No pierdas tiempo con las cosas triviales de esta vida.
Concéntrate en lo que es más importante.
Deposita a los pies de la cruz tus "coronas", méritos personales, bienes, títulos.
¡Reconoce que Jesús es tu mayor riqueza!
Lee la Biblia diariamente.
A través de ella conocerás mejor a Jesús y encontrarás tu razón de ser.
Para orar:
Señor Dios, gracias por enviar a Jesús para darnos vida a través de aquella terrible cruz.
Ayúdame a tener a Cristo como prioridad y como lo más valioso en mi vida.
Dejo a tus pies todo lo que quiera tomar tu lugar en mi corazón.
Perdóname por apegarme a las cosas insignificantes de esta vida.
Quiero que tú seas mi alegría, mi sustento y mi mayor riqueza siempre.
Enséñame a amar el mensaje de la cruz y a compartirlo dondequiera que esté.
En el nombre de Jesús, amén.
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