La caña cascada no quebrará, y la mecha que humea no apagará, hasta que saque a triunfo el juicio (Mateo 12:20)
En este versículo, Mateo cita un extracto del profeta Isaías (42:1-4), que presenta al siervo prometido del Señor.
El evangelista señaló que Jesús era ese Mesías amoroso y misericordioso, que prefería sanar y ayudar a las personas sin los focos de la fama.
Eligió no utilizar la fuerza ni la violencia contra sus oponentes. Jesús cumplió su misión con bondad, paciencia, humildad y mansedumbre, y de la misma manera nos llama a seguir sus pasos.
Jesús no aplasta a la persona quebrantada y frágil que casi ha perdido la fe y la esperanza.
Independientemente de tu condición de debilidad o fracaso, Cristo no termina por destruir a quien quiere una segunda oportunidad.
La actitud misericordiosa del Señor se niega a apagar una “mecha humeante”, es decir, no apaga el resto de luz que aún reside en un corazón quebrantado.
En cambio, Dios Hijo quiere sanar y restaurar a los débiles y abatidos, que acuden a él.
Si hoy tú te sientes así, si reconoces tu condición como alguien que se ha extraviado y caído, acude a Jesús.
Él no te rechazará, porque su justicia triunfa. Cree y búscalo en espíritu y en verdad.
Jesús restaura a los débiles y heridos
Cree en Jesús como el único medio para una transformación real de tu vida.
Nada de lo que tú u otras personas hagan puede traer tanta satisfacción como decidirte verdaderamente por Cristo en tu corazón.
Reconoce tus debilidades, fracasos y sufrimientos, y entrégalo todo a Dios en oración.
Busca aprender más sobre Jesús, su vida, su obra y su voluntad a través de la lectura de la Santa Biblia.
Así como Dios te trata con paciencia y bondad, sigue el ejemplo de Jesús y ama las otras "cañas rotas" y las "mechas casi apagadas".
Para orar:
Señor Dios mío, gracias por concederme una segunda oportunidad cada vez que caigo o flaqueo. Reconozco que soy un fracaso y que me he alejado de ti, ¡pero tú eres el Dios misericordioso, paciente y justo!
Ayúdame a confiar en ti, sin dejar que la llama de la fe y la esperanza se apague en mi corazón.
Señor Jesús, quiero volver a mi primer amor, revisar mis valores y reconstruir contigo una amistad sincera.
Enséñame a ser más como tú, que eres manso y humilde de corazón.
¡Renuévame y restáurame, Señor!
En el nombre de Jesús, amén.
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