El versículo de Hageo 1:6 nos ofrece una profunda reflexión sobre el vacío que muchas veces sentimos en la vida, a pesar de todos nuestros esfuerzos y logros materiales.
Sembráis mucho, pero recogéis poco; coméis, pero no os saciáis; bebéis, pero no quedáis satisfechos; os vestís, pero no os calentáis; y el que trabaja a jornal recibe su salario en saco roto. (Hageo 1:6)
Vivimos en un mundo donde, a menudo, se mide el éxito por lo que poseemos y cuánto acumulamos. Sin embargo, Hageo nos advierte sobre la inutilidad de esta búsqueda incesante. Plantamos mucho, pero cosechamos poco; comemos, pero no nos saciamos; bebemos, pero no estamos satisfechos. Usamos ropa fina, pero no nos abrigamos. Y el salario que recibimos parece desaparecer como si lo metiéramos en una bolsa con agujeros.
Este pasaje nos llama a reevaluar nuestras prioridades y centrarnos en lo que realmente importa. Jesús nos enseña que la verdadera satisfacción no proviene de las cosas materiales, sino de una relación íntima con Dios. Él es la fuente de toda plenitud y contentamiento. Cuando buscamos primero el reino de Dios y su justicia, todas las demás cosas nos serán añadidas (Mateo 6:33).
Debemos cultivar una vida de fe y devoción donde nuestro trabajo y esfuerzos estén dedicados a glorificar a Dios y a servir a los demás. Al hacerlo, descubrimos que la paz y la satisfacción que buscamos no están en las posesiones ni en el dinero, sino en la presencia de Dios en nuestras vidas. Así, cada acto de plantar, comer, beber y vestirse adquiere un nuevo significado, convirtiéndose en expresión de gratitud y confianza en la divina providencia.
Redirijamos nuestro corazón y nuestra mente hacia lo que realmente importa, encontrando en Dios la verdadera fuente de nuestra satisfacción y alegría.
Encuentra plenitud en Dios
Busca el reino de Dios primero, antes que todo lo demás.
Dedica tu trabajo y esfuerzos a glorificar a Dios diariamente.
Cultiva la gratitud y la confianza en Dios en medio de todas las circunstancias.
Para orar:
Señor Dios, ayúdanos a buscar tu presencia por encima de todo. Enséñanos a encontrar nuestra satisfacción en ti y no en las cosas materiales. Guía nuestros esfuerzos hacia tu gloria y llena nuestros corazones de gratitud y confianza en tu providencia. Ayúdanos a vivir con propósito, dedicando siempre nuestra vida a tu servicio. En el nombre de Jesús, amén.
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